El libro Toxochicaquiliz: nuestra escucha florida tiene como motivación la desaparición de los estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa, ocurrida el 26 de septiembre de 2014, sostiene su autor Elias Morado.

La investigación, subtitulada Vocabulario musical en lengua náhuatl, aborda la deuda con la historia musical de los pueblos indígenas. La desaparición de los jóvenes en Iguala es un episodio más de los procesos de exterminio de nuestras poblaciones originarias, que se lleva la vida, la cultura y la lengua, que es una porción de nuestros patrimonios intelectuales, dice a La Jornada el investigador.

Nuestra música no tiene que ver en una primera instancia con los salones de baile o las salas de concierto; tiene que ver con el pueblo vivo, que pasa por experiencias tan dolorosas como el exterminio, la muerte, el secuestro. Eso requiere una filosofía.

Olvidamos que eran de los pueblos originarios

Refiere que cuando el libro se presentó en el Complejo Cultural Los Pinos, lo dediqué a los estudiantes de Ayotzinapa porque a veces se nos olvida que estos jóvenes pertenecían a los pueblos originarios. Algunos eran hablantes o sus familias.

El especialista e investigador rememora que cuando en octubre de 2014 dio una conferencia en el Instituto Iberoamericano de Berlín dedicó unos minutos a hablar de los estudiantes de Ayotzinapa y la situación mexicana. Al día siguiente, el director de la institución le comunicó que se arrepentía de haberlo invitado. Yo estuve en el Auditorio Simón Bolívar de esa institución y para él era inaceptable hablar de las luchas libertarias en este país.

Morado concluye: Cuando hablamos de la historia musical de los pueblos indígenas, si se hace como se debe, desde una perspectiva amplía y sin restricciones políticas, académicas o ideológicas, vas a tocar aspectos incómodos. La investigación en México tiene que replantearse su sentido de autonomía. Está demasiado ideologizada y dominada por los lenguajes políticamente correctos, y eso impide que se investiguen a fondo muchos temas.