La secretaria de Gobierno, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, afirmó que la prudencia en la Ciudad de México no significa ausencia o tolerancia a la impunidad, tras señalar que los conflictos no se van a atender con violencia, sino con razón, diálogo y el cumplimiento de la ley.

Señaló que en la capital se rechaza a quienes optan por la violencia, por lo que se deben buscar mejores caminos de entendimiento.

Ante la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, quien encabezó la ceremonia con motivo del 198 aniversario de la consumación de la Independencia, Rodríguez Velázquez apuntó que la premisa anterior está vigente en el Ejecutivo local y federal porque el objetivo es materializar la Cuarta Transformación sustentada en la protección a los derechos humanos y al bienestar.

Tenemos la convicción de que ni las armas ni la violencia son necesarias para expresar inconformidad frente a un gobierno que escucha y atiende. Nuestra ciudad es generosa: permite expresar y actuar con libertad y responsabilidad, siempre a la vanguardia en derechos y libertades. Aquí hay lugar para todas y todos, no se excluye a nadie, todos hemos hecho de ésta nuestra casa.

Aseguró que los gobiernos federal y el local están decididos a cumplir y hacer cumplir los mandatos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, al vigilar que se aplique la democracia efectiva y generar las condiciones para que los ciudadanos sean parte de esta transformación.

Los ideales de nuestros héroes de la Independencia continúan vigentes: la unión y la libertad, con el fin de consolidar un futuro marcado por el bienestar igualitario; señaló que el Antiguo Palacio del Ayuntamiento fue testigo del arribo del Ejército Trigarante al corazón de la patria y de la firma, en Palacio Nacional, del acta con la que se declaró el nacimiento de nuestro país como nación independiente.

Como mexicanos y como servidores estamos obligados a retomar los sueños de nuestros libertadores, gobernando para todos. Las páginas de nuestra historia son testigo de este encuentro glorioso donde el discurso de don Agustín de Iturbide exaltó el honor de aquel con quien había luchado de manera cruenta durante nueve años.