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Artistas de Brasil denuncian censura del gobierno de Jair Bolsonaro

El presidente de ese país impulsa una ‘‘guerra cultural’’ que afecta en particular a obras lésbico gay bisexual transexual

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▲ La actriz Raquel Iantas (centro), el actor Daniel Leuback (derecha) y los directores de la compañía Dos French-Brazilian Deux, Andre Curti (izquierda) y Artur Ribeiro Luanda en el estreno de la obra Irmãos de sangue (Hermanos de sangre) en el teatro del Centro Cultural Banco do Brasil, en Río de Janeiro.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Sábado 28 de septiembre de 2019, p. 3

Río de Janeiro. Con montajes cancelados y financiamientos en suspenso, los artistas en Brasil denuncian que son censurados en medio de la ‘‘guerra cultural’’ impulsada por el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, fenómeno que afecta principalmente a las producciones LGBT (lésbico gay bisexual transexual).

‘‘Sabíamos que la llegada al poder de Bolsonaro iba a ser un giro dramático, pero ni en mis peores pesadillas habría imaginado que sería tan terrible’’, refiere Artur Luanda Ribeiro de la compañía teatral gestual Dos à Deux, fundada en París en 1998 e instalada en Brasil desde 2015.

Miedo a ser fichados

De acuerdo con la agrupación, la obra Gritos (2016), en la que Ribeiro interpreta a un trans, fue retirada la semana pasada de la programación del teatro del banco público Caixa en Brasilia.

En un correo electrónico enviado a Afp, Caixa afirmó que la compañía había ofrecido dos montajes, Gritos y Aux Pieds de la lettre (2001), y que el teatro eligió sólo este último, sin detallar el motivo.

Con su compañero André Curti, con quien crea sus espectáculos, Ribeiro teme que cualquier nuevo proyecto que presente su compañía sufra las mismas decisiones.

‘‘Tenemos miedo de que la compañía sea fichada. Ellos bien pueden decir: ‘Dos à Deux, no’’’, afirma.

‘‘Trabajé durante la dictadura militar a inicios de los años 80 y recuerdo que los censores asistían a los ensayos y nos interrumpían diciendo: ‘eso, no’. La diferencia ahora es que (la censura) está oculta, se sobrentiende’’, añade Curti.

Bolsonaro niega que se esté censurando, aunque insiste en la necesidad de aplicar ‘‘filtros’’ en las subvenciones destinadas a proyectos culturales.

‘‘No voy a hacer apología de filtros culturales. Para mí, eso tiene nombre: es censura (...) No voy a aplaudir estas cosas. Si tengoque aplaudir la censura, prefiero estar desempleado’’, externa Henrique Pires, quien fue secretario especial de Cultura del gobierno hasta finales de agosto pasado.

Su cargo equivalía al de ministro de Cultura, cartera que fue eliminada por el gobierno y absorbida por el ministerio de Ciudadanía, al mismo nivel que Deportes.

Para Pires ‘‘la gota que derramó el vaso’’ fue la suspensión de un concurso para financiar proyectos de series para la televisión pública, en la que cuatro finalistas abordaban temáticas LGBT. El 15 de agosto, durante una transmisión por Facebook Live, el propio Bolsonaro enumeró los proyectos que se verían afecta-dos, leyendo las sinopsis con una sonrisa irónica.

‘‘El filme es sobre una ex monja lesbiana’’, dijo el mandatario. ‘‘Confieso que no entendí el porqué de gastar dinero público, qué puede agregar eso a nuestra cultura, a nuestras tradiciones. No estoy persiguiendo a nadie, cada uno hace lo que le parezca con su cuerpo, pero gastar dinero público para hacer ese tipo de películas...’’, sostuvo antes de descartar la hoja de papel.

‘‘Uno más que va a la basura’’, añadió.

Cada vez más temores

Bolsonaro se refería a Religare Queer, que trata sobre la presencia de homosexuales entre los fieles de las grandes religiones ‘‘tradicionalmente homofóbicas’’.

Su guionista, Kiko Goifman, se indignó con la medida. ‘‘Nos sus-pendieron por un gesto completamente arbitrario’’, afirmó. ‘‘Entendemos esto como un acto de censura’’.

Goifman también es codirector de la película Bixa Travesty, que ganó el Premio Teddy a las producciones LGBT del Festival de Berlín, pero no pudo ser distribuida en Brasil a pesar de que ya se estrenó en más de 25 ciudades de Francia.

En 2018, la producción ganó un premio de 200 mil reales (unos 55 mil dólares al tipo de cambio promedio de ese año) de la estatal Petrobras ‘‘para cubrir los costos de distribución’’, contó Goifman.

‘‘Un buen día estoy en casa, y recibo una llamada de Petrobras diciendo que no van a pagar. Dijeron que no iban a pagar, sin más’’, relató.

Consultada por Afp, Petrobras atribuyó esa decisión a una ‘‘reformulación de la estrategia de patrocinios culturales’’.

Kiko Goifman acudió a la justicia para revertir la decisión, y mientras espera un fallo se siente amordazado, pues considera que todo lo que diga puede ser utilizado en su contra durante el proceso.

Mientras las producciones LGBT son golpeadas por la censura, otros círculos de la cultura temen que les suceda lo mismo. ‘‘Siempre que tengo una idea, voy a tener que pensar si puedo ser vetado, si voy a ser atacado en Internet, si voy a conseguir recursos...’’, manifestó Felipe Haiut, comediante y guionista. ‘‘Ahora las empresas están con miedo de financiarnos. Estamos viviendo una guerra cultural.’’