Nos quieren convencer de que esa situación es generalizada, alerta el escritor argentino en entrevista con La Jornada // ‘‘Los grandes medios han perdido la batalla técnica: uno no va a esperar hasta mañana para volver a leer lo que ya se enteró esta tarde’’
Jueves 17 de octubre de 2019, p. 3
Existe una ‘‘crisis del modelo institucional de hacer periodismo”, y aunque los grandes medios todavía tienen un lugar importante, ‘‘nos quieren convencer de que es generalizada”, sostiene el escritor argentino Martín Caparrós.
El autor está en México y ayer participó en una conferencia en el Diplomado Narrativa de no Ficción auspiciado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Mañana asistirá a un encuentro de periodismo en Hermosillo, Sonora.
En la Feria Internacional del Libro en el Zócalo impartirá dos charlas este sábado y luego en Oaxaca dirigirá un taller de libros periodísticos del 21 al 27 de octubre.
‘‘Los grandes medios, que tenían un lugar central en la circulación de la información en nuestras sociedades y funcionaban como garantía de verdad y seriedad, están teniendo muchos problemas económicos. Por otro lado, han perdido la batalla técnica: uno no va a esperar hasta mañana para volver a leer lo que ya se enteró esta tarde”, manifiesta Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) en entrevista con La Jornada.
Búsqueda de nuevas formas de hacer periodismo
‘‘Nos quieren convencer de que eso es una crisis del periodismo, no de cierto modelo institucional de hacer periodismo. Hay otros que van apareciendo. Sitios digitales que lo piensan y se financian de otra manera, no dependen de los avisos de las grandes corporaciones para ver qué pueden publicar y qué no”, explica Martín Caparrós.
Refiere que ‘‘muchas personas están buscando nuevas formas de hacer periodismo. Algunas funcionan mejor de otras”.
Ejemplifica con los premios que otorgó la Fundación Gabo. Cuando se anunciaron ‘‘dos de los los cuatro galardones, el escenario se llenó. En un caso había como 10 personas y en el otro unas 20”. Las iniciativas ‘‘eran en colaboración entre distintos periodistas, pero también de varios medios y países. Trabajos que hasta hace poco no se hacían. Interacción entre el relato más clásico, pero también el video, la foto, las animaciones y los mapas.
‘‘Una nota que ya no se parece a la que conocí cuando empecé a trabajar hace más de 40 años. Eso me parece genial: que tiene que ir cambiando. El periodismo fue un trabajo muy de lobo viejo y estepario, individual. Me sigue gustando, pero me parece estupendo que otros hagan periodismo entre 20. Las nuevas técnicas que hay, debemos ver cómo las usamos”, considera el autor de Valfierno.
Respecto de su obra, dividida entre la novela y la no ficción, Caparrós menciona: ‘‘Cuando encaro el libro o cuando publico no pienso cuál es el papel que va a tener, si es ficción o no ficción. Me interesa escribir lo que quiero y que después cada lector se lo apropie como desee. Tratar de pensar que van a tener una función tal o cual es una soberbia un poco boba. Alcanza con que ya que existan, es un gran logro”.
Para el también novelista, el periodismo es ‘‘un trabajo que de verdad es un privilegio. Puedes ponerte en contacto con aspectos de la realidad que jamás conocerías y contárselo a muchas personas. Y, sobre todo, estás haciendo algo porque te gusta. Nadie trabaja en esto por lo que le pagan o por el respeto de los vecinos”.
Cuando advierte que algo no es lo que pensaba, dice el ganador del Premio Herralde 2011, ‘‘es muy enriquecedor entenderlo, que llegas a una situación con una serie de ideas determinadas, prejuicios y ves lo que está pasando. ‘Yo creía que no era así’ y te pones a aprender, a entender, a averiguar lo que realmente sucede. En eso consiste todo esto: mirar, escuchar, averiguar, pensar y contar. Esos son los verbos”.
Ningún régimen durará para siempre
Caparrós recuerda que debió salir de Argentina en 1976, ‘‘luego de un atentado al general Videla. Ahí fue que me desligué de la militancia con Montoneros. Fue una separación brusca. Me tuve que ir porque estaba en riesgo y era muy chico, tenía 18 años. Había empezado a trabajar con ellos a los 13. Ese periodo siempre me interesó. Escribí un par de novelas. No velas a tus muertos fue sobre la militancia juvenil. Con el tiempo escribí A quien corresponda.
Entre ambas narraciones escribió, en colaboración con Eduardo Anguita, La voluntad, una historia de las organizaciones revolucionarias en Argentina en los años 60 y 70. ‘‘Es uno de los libros que más me costó y de los que más me importa haber escrito porque me parece que encontramos una manera de dejar contada una época muy complicada y con muchas contradicciones, sin abrir juicios. Eso era lo más importante”.
Caparrós destaca que ‘‘muy a menudo nos falta la conciencia de la historia, lo que hace que pensemos que las cosas van a ser siempre como son ahora, que esto de que nos han convencido sobre que la democracia de mercado es el único régimen posible y va a durar para siempre es delirante. Ningún régimen duró para siempre. Este tampoco lo hará. Cuándo cambie, es otra cuestión”.