l pasado 11 de octubre, al igual que durante los pasados 18 años, se efectuó una ceremonia de homenaje a don Napoleón Gómez Sada en su ciudad natal, Monterrey, Nuevo León, para rendirle un gran reconocimiento a su trayectoria y liderazgo como dirigente sindical al frente de una de las organizaciones históricamente más democráticas de México en un siglo: el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros.
Fue un acto muy emotivo sobre un gran hombre, un gran líder, compañero y amigo que con su visión, inteligencia y entrega consolidó la lucha por el bienestar de la clase obrera del país, y apoyó enormemente el desarrollo de la minería, de todo el sector industrial y de sus empresas a lo largo de la República. El homenaje se desarrolló principalmente en el Parque Fundidora y en el Centro Internacional de Negocios, Cintermex, con la asistencia de más de mil mineros de todo el territorio nacional, empresarios, trabajadores de muchas organizaciones, académicos, especialistas en derecho laboral y un buen número de familiares y amigos.
Gómez Sada fue todo un personaje, uno de los mejores dirigentes sindicales del siglo pasado en nuestro querido México. Fue un hombre de su tiempo que siempre supo estar a la vanguardia de los cambios que se requerían. Una persona generosa, honesta, íntegra, con grandes ideales y enorme capacidad de entrega a su trabajo, a sus compañeros, a su familia y a la nación mexicana.
Su legado y enseñanzas trascienden su época e incluso las fronteras. Todos en el mundo sindical saben quién fue don Napoleón. Apoyó siempre a quien se lo solicitaba, si eran justas las demandas. Se entregaba incondicionalmente para mejorar el nivel de vida de sus hermanos de clase y a los más necesitados. También decía no cuando las causas no eran razonables o valederas, y a veces lo hacía de una manera firme y recia. Era su carácter, pero siempre tendía la mano a sus amigos y compañeros del alma.
Para los trabajadores de México la imagen de Napoleón Gómez Sada nunca se va a olvidar. Su historia, sus conocimientos, su experiencia, visión y sensibilidad hoy son nuestro mejor legado. Napo, para sus amigos, es y será un ejemplo permanente y una inspiración para la lucha sindical por el respeto, la justicia y la dignidad de todos los seres humanos. Muchos empresarios y compañías le deben a Gómez Sada su vida y sus fortunas, aunque algunos no quisieron reconocerlo y se convirtieron en enemigos de la clase trabajadora.
Gómez Sada es un héroe de la resistencia y de la lucha permanente por mejorar la productividad, pero también la prosperidad compartida y la equidad en beneficio de la gran mayoría de los mexicanos. Así como en su tiempo de senador de la República, en dos ocasiones, y diputado federal en una, le tocó promover la ley para mexicanizar la minería y dar protección a las pequeñas y medianas empresas, y no sólo a las grandes corporaciones, hoy nos toca hacer los cambios de nuestro tiempo.
Y lo hemos estado haciendo en contra de la oposición de unos cuantos ultra conservadores que todo cuestionan y critican por su desconocimiento, ignorancia o mala fe. En este último año se han hecho diversas modificaciones a nuestras leyes, reformas y adecuaciones al marco jurídico para dar prioridad a las personas y sectores que más lo necesitan, los trabajadores, que México requiere impulsar para garantizar el desarrollo con justicia, que promueva el bienestar social, la tranquilidad y la paz, asuntos que ya no pueden postergarse, y desde luego urge una profunda transformación que el presidente Andrés Manuel López Obrador está gradualmente consolidando.
Esa es precisamente nuestra contribución en este tiempo, que consiste en haber aprobado una nueva reforma laboral para dar paso a una mayor democracia y justicia. Desde el Senado de la República hemos promovido las iniciativas para ampliar las bases de la libertad y la transparencia sindical para recuperar los derechos de los trabajadores con el fin de asegurar sus decisiones y voto personal, libre y secreto, para incrementar su bienestar y el de sus familias y con el propósito de renovar y oxigenar el mundo del trabajo que tanto hace falta.
Sin embargo, hoy y siempre habrá oposición a los cambios, a la modernidad, a la democracia y a la justicia de parte de algunas empresas malagradecidas y de muchos políticos que desconocen o improvisan decisiones y medidas para restructurar la industria, la agricultura y los servicios fundamentales sin querer transformar a México. Estos sólo ven su ambición, intereses y avaricia, que mucho contrasta con la personalidad, la integridad, el idealismo visionario para obtener una mayor equidad en la lucha social, como la que siempre encabezó Napoleón Gómez Sada.
Hombres como él protegían y procuraban a las familias. Gracias a su inteligencia e instinto supo ejercer un liderazgo que le permitía saber el rumbo a seguir para la clase obrera y sus aliados, al mismo tiempo que conservaba y mejoraba los salarios y prestaciones para beneficio de los trabajadores. Esa es una clase nueva de líderes que tanto necesita el mundo sindical de hoy, para distinguirse de los empresarios miserables y de los políticos insensibles y para convertirse en los sabios visionarios y seres humanos siempre dispuestos a ayudar a los demás.
Solidaridad eterna.