Viernes 18 de octubre de 2019, p. a42
Nueva York., En la casa de los Bombarderos del Bronx, fueron los Astros de Houston los que desplegaron la artille-ría pesada.
Carlos Correa y George Springer despacharon jonrones de tres carreras y los Astros vencieron 8-3 a los Yanquis de Nueva York en el cuarto juego de la serie de campeonato de la Liga Americana para tomar una ventaja 3-1, que se antoja irremontable. Su tercera victoria al hilo tiene a Houston a un paso de su segunda Serie Mundial en tres años.
Con el mismo núcleo de jugadores que lo hizo campeón en 2017, los Astros están a un paso de la final contra los Nacionales de Washington, que se iniciaría el martes.
Los Yanquis deberán vencer a Justin Verlander y Gerrit Cole, los dos ases de Houston asignados para los siguientes juegos de la serie al mejor de siete, para tratar de forzar un séptimo juego. Nueva York se expone a quedar marginado de un Clásico de Octubre durante una década completa por primera vez desde la de 1910.
El diamante del Yanqui Stadium estaba seco la noche después que la lluvia impidió realizar el cuarto juego programado el miércoles.
Bajo advertencias de no lanzar objetos al terreno, los fanáticos de Nueva York trataron de sacar de quicio a Zack Greinke, el abridor de los Astros. Corearon ¡Donald! ¡Donald!
desde antes de su primer lanzamiento, y el ganador de un premio Cy Young de 2009 comen-zó titubeante.
Peleado con el control de su recta, Greinke empleó 28 lanzamientos en el primer acto y expidió tres boletos, pero sólo pudieron hacerle una carrera, producto de un boleto a Brett Gardner con las bases llenas. Minimizó el daño cuando ponchó con tres pitcheos a Gary Sánchez, el siguiente bateador, para el tercer out.
Su contraparte, Masahiro Tanaka, navegó sin sobresaltos las primeras dos entradas, insinuando el dominio de su salida de seis innings en la victoria 7-0 de Nueva York en el primer juego.
Pero los Astros le tenían guardada una emboscada en el tercero, iniciada cuando el derecho japonés le dio el boleto con cuatro malas seguidas a Robinson Chirinos, teóricamente el bateador más débil en el orden ofensivo de Houston, y luego recibió un sencillo de Josh Reddick.
No fue una cuestión de falta de oportunidades para los Yanquis: tuvieron dos situaciones con bases llenas que no supieron capitalizar.