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Maíz Día nacional del maíz y de la milpa Julia Álvarez Icaza Ramírez Abogada, derechos económicos, sociales y culturales, justicia transicional, reparación integral del daño y justicia restaurativa Dedicado a todos los compañeros, a los más viejos por abrir brecha en los tiempos más adversos y a los más jóvenes, a quienes, como yo, nos toca empezar a cosechar el fruto de esta batalla y continuarla hasta verla lo más cercana posible a lo que siempre se ha soñado. El domingo 29 de septiembre nos amaneció bien temprano en el Zócalo. Sin embargo a las personas del campo, los actores centrales y principales desmañanados del evento, les resultó normal. «A estas horas yo debería estar ya bien adentro en el monte», dijo uno de ellos mientras se acercaba con su camioneta cargada de elotes cacahuazintles a la plancha. Como si fuera costumbre, el día comenzó con un chipi-chipi que no se quitó nunca, algunos quedaron agüitados, otros ya lo esperábamos: «todos los 29 de septiembre ha llovido». Mientras nosotros padecíamos un poco de frío en los pies con esa agua, los campesinos —que sufrieron las consecuencias de la poca lluvia en la merma de su cosecha este año— estaban felices. En el ambiente se respiraba expectativa y alegría, motivos sobraban para estar especialmente contentos este año. Increíble que, pasados 10 años y a casi 6 de interrumpir su celebración, después de que en 2009 a un puñado de locos —que desde entonces forman parte de la campaña Sin maíz no hay país— se les ocurrió que cada 29 de septiembre se celebraría el Día Nacional del Maíz (entre otros motivos porque coincide con el día de San Miguel Arcángel, quien lucha contra el mal y protege la milpa), después de tantas adversidades y desesperanzas estuviéramos en el corazón de México experimentando condiciones mucho mejores y con todo el respaldo institucional para sacar adelante el evento. El día inició con la presencia de diferentes autoridades que desde sus trincheras se pusieron al servicio de la justicia social, haciendo historia del lado de la sociedad civil organizada. Después llegó el momento conmovedor del conversatorio, en el que se reafirmó el mandato del presidente de México: en este país el maíz transgénico no es bienvenido. Fue una verdadera celebración a la vida y una oda a la milpa, un día que sirve para reivindicar el trabajo del campo y las resistencias diversas que nos recuerdan que las semillas deben quedar siempre en manos campesinas. Lo que se vivió fue la expresión materializada de que haciendo milpa se logran cosas maravillosas; con la convocatoria y voluntad política de la Coordinación de Memoria Histórica y Cultura de México, se logró confluir entre diversos sectores y niveles de gobierno, algo que hace unos años parecía inimaginable. Aunque el avance en estos pocos meses de gobierno ha sido gigante, aún quedan temas pendientes en el legislativo y en el ejecutivo federal, además de que, como sabemos, los intereses de la industria agroalimentaria son muy poderosos. Sin embargo, el Zócalo fue testigo el domingo de una muestra de que nuestros servidores públicos comprometidos con la verdadera transformación de México cuentan con el respaldo de un pueblo expectante de la justicia para el campo mexicano y para quienes lo trabajan. •
Fue una verdadera celebración a la vida y una oda a la milpa, un día que sirve para reivindicar el trabajo del campo y las resistencias diversas que nos recuerdan que las semillas deben quedar siempre en manos campesinas. Lo que se vivió fue la expresión materializada de que haciendo milpa se logran cosas maravillosas.
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