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De chile, mole y manteca Ecuador: el movimiento indígena arrincona al programa neoliberal Francisco Hidalgo Flor ¿Dónde está la novedad de la crisis en Ecuador? La novedad está en la recuperación del protagonismo social y político por parte del movimiento indígena. Luego de alrededor de una década de un régimen modernizador y estatista y un par de años de retorno neoliberal, se ha vuelto a levantar y poner contra la pared a un régimen político débil pero con todo el apoyo de la gran empresa y de los Estados Unidos. La mayor parte del movimiento indígena confrontó a Correa, precisamente en sus afanes modernizadores y extractivistas, e inicialmente apoyó a Moreno, pero éste rápidamente perdió ese respaldo a la par que incrementaba su alineamiento con el Fondo Monetario y las élites económicas del país y profundizando el modelo extractivista. Es una reacción y rechazo a un programa económico que recarga el peso de la crisis económica sobre los más pobres, que ha abandonado cualquier política agraria; que en su lugar se entrega al mercado. La más importante de las medidas adoptadas, la elevación en el precio de las gasolinas y el diésel, afecta fuertemente a las capas populares. La lógica de estas medidas está en el contexto de la aplicación de un programa económico convenido con el Fondo Monetario Internacional, cuyas principales aristas son: la reducción del Estado, la privatización de las empresas públicas, la contrarreforma laboral y el incremento del presupuesto nacional por la vía de subir el precio de los combustibles. Por ejemplo, el diésel pasa de 1.35 dólares por galón a 2.40 dólares por galón. El rechazo a este paquete de medidas lo iniciaron los gremios de transportistas, pero rápidamente se extendió a varios sectores populares, de tal manera que, cuando a las 48 horas de paro los choferes suspendieron el paro, enseguida el movimiento indígena planteó el levantamiento nacional y se extendió con enorme rapidez y profundidad. Esta capacidad de respuesta se debe a que se sienten golpeados por el impacto inflacionario de la medida, pero también a la persistencia de una organización comunitaria muy extendida, que ha sido capaz en pocos días movilizar con fuerza y contundencia a miles de indígenas y campesinos en las regiones andina y amazónica, así como marchar hacia la capital, hasta el punto de obligar al presidente Moreno a trasladar provisionalmente la sede del gobierno, que está en Quito, hacia la ciudad de Guayaquil, en búsqueda del respaldo de las oligarquías importadoras y exportadoras. La evolución de los acontecimientos en las próximas horas es decisiva, pues las clases dominantes están decididas a que ¡ahora sí! se asiente el programa neoliberal, pero no tenían previsto una capacidad de respuesta como la presentada por el movimiento indígena y los sectores populares, que requiere de inmediato presentar un programa alternativo, que debe incluir demandas agrarias como redistribución de la tierra y el agua, contra el extractivismo. •
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