esde 2009 el gobierno mexicano mantiene una línea de crédito flexible (74 mil millones de dólares) con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y en plena 4T la autoridad financiera decidió ratificar ese formato y, aunque no se busca utilizar la posibilidad de ejercerla, es preferible tenerla a la mano (Arturo Herrera dixit), pues el panorama económico global es incierto y la línea de crédito está ahí para dar certidumbre.

El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, encabezó la delegación mexicana en la reunión anual del FMI y el Banco Mundial –realizada en Washington–, y al término de ella comentó que nuestro país debe seguir operando una salida ordenada como acordó, es decir, continuará por dos años con una revisión de medio término e irán disminuyendo de manera paulatina los montos asociados con ella; no está a discusión si se renovará o no dicha línea de crédito, sino cuál es el ritmo de la estrategia de salida.

La citada línea de crédito fue negociada en 2011 por la administración calderonista, tras la crisis de 2008-2009, y desde entonces no se ha utilizado. Y los gobiernos subsiguientes ratificaron ese mecanismo, ante condiciones económicas –globales y del país– un tanto complicadas.

En ese contexto, Herrera detalló que tuvo un encuentro con la nueva directora-gerente del FMI, la búlgara Kristalina Georgieva, y explicó que entre los temas abordados destacó la desaceleración sincronizada de la economía en el mundo; se revisó a la baja el crecimiento de 19 de las 20 economías que forman parte del G20 y las tensiones comerciales, que no son ciclos naturales de la economía, sino barreras hechas por el hombre ( La Jornada).

En efecto, los pronósticos del FMI no resultan nada agradables, toda vez que la economía mundial se encuentra en una desaceleración sincronizada, debido a las crecientes barreras comerciales y la agudización de las tensiones geopolíticas, así como por factores idiosincráticos que están provocando tensiones macroeconómicas en varias economías emergentes y a componentes estructurales, como el escaso aumento de la productividad y el envejecimiento de la población en las economías avanzadas.

En 2019 el crecimiento global sería de 3 por ciento, su ritmo más lento desde la crisis financiera internacional de 2009; la desaceleración en el presente año se explica, en parte, por el aumento de los aranceles y la prolongada incertidumbre que rodea a la política comercial que han incidido sobre la inversión y la demanda de bienes de capital.

En 2020 la economía global crecería 3.4 por ciento, aunque la recuperación no es generalizada. Es precaria y depende fundamentalmente de que los mercados financieros conserven el optimismo y de que continúen desvaneciéndose efectos de lastre, sobre todo en la zona del euro, cuya producción industrial podría mejorar poco a poco, y de que las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China se reduzcan.

Con todo, en la mayor parte del mundo el sector servicios conserva su dinamismo, apoyado por la fortaleza del mercado laboral de las economías avanzadas y el aumento de los salarios; no obstante, la fragilidad de la actividad manufacturera podría afectar el sector servicios a través de un efecto contagioso, lo que se ha reflejado en algunos indicadores anticipados, como los nuevos pedidos de servicios, que se han moderado en Estados Unidos, Alemania y Japón, aunque no en China.

Para el caso mexicano, el FMI estima un crecimiento de 0.4 por ciento en 2019, debido a la desaceleración que se observó en el primer semestre del año ante la fuerte incertidumbre acerca de las políticas internas, la ejecución insuficiente del presupuesto y a ciertos factores transitorios; además, la inversión se mantuvo débil y el consumo privado perdió fortaleza. Para 2020 se prevé un mayor desempeño (1.3 por ciento), lo que se explica, en parte, a una reducción gradual de la incertidumbre.

Las rebanadas del pastel

¿Se queda Evo Morales en el Palacio Quemado? Ojalá.

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