El gremio y la FMF atizan la crisis del Veracruz
l 7 de octubre de 2017 se anunció la formación de la Asociación Mexicana de Futbolistas Profesionales (AMFpro); dos años después el gremio no pasó su primera gran prueba. Los líderes de ese movimiento brillan por su ausencia en la crisis que afecta a los jugadores del equipo Veracruz. Ni luces de Andrés Guardado, Héctor Moreno, Rafael Márquez o del Chicharito Hernández. Tibieza del portero Chuy Corona, Memo Ochoa y de Oribe Peralta. Aquel día sólo sonrieron para la foto.
Tanto el Cepillo Peralta como Alan Pulido y Christian Giménez prefieren criticar a los futbolistas bien comidos y de billeteras boyantes que integran las filas de la Universidad Autónoma de Nuevo León, con André-Pierre Gignac al frente. Pero no osan tocar ni con el pétalo de un reproche a la Federación Mexicana de Futbol (FMF), su principal verdugo y primer responsable de que el insolvente Fidel Kuri y un equipo que suma 40 juegos sin triunfo figure en la primera división.
Álvaro Ortiz, cabeza de la AMFpro, pudo enaltecer su gestión, pero el viernes su discurso fue un lloroso lamento por la pérdida de la anualidad de 18 o 17 millones de pesos que dejará de recibir de parte de los federativos. Lo que evidenció que su organización no depende de las cuotas de sus agremiados, sino de las dádivas de los patrones… Muy hueco aquel discurso cuando asumió para “dar inicio a una nueva cultura en el futbol, donde todos apoyan…”
Tampoco fue capaz de orquestar en todas las divisiones el minuto de piernas inmóviles tras el pitazo de inicio en cada partido de la fecha 14 del futbol mexicano. A Ortiz se le borró la enjundia ante la decidida actitud de los directivos y canceló el paro inicialmente pactado. Algunos equipos cumplieron un minuto de protesta, fueron los menos. Porque para hacer huelga, sólo los árbitros (marzo de 2017), y ya se vio cómo les fue: los líderes de esa iniciativa hoy están borrados.
Si la situación de los jugadores escualos es dramática porque no pueden pagar la renta o la colegiatura de sus hijos, la del equipo femenil es doblemente crítica. El capitán Carlos Salcido dijo que ellas sólo han cobrado un mes en este torneo; el sueldo que la FMF fijó es de 3 mil 700 pesos al mes. No tienen servicio médico, padecen pésimas condiciones de traslados, de alimentación y no disponen de un vestidor para asearse y cambiarse. Lo que requieren, en suma, es un sindicato como los que hay en Uruguay, Argentina o Colombia, y para eso tendrían que volver a nacer.
A Marcelo Bielsa le dieron el mes pasado el premio Fair Play en la ceremonia The Best por ordenar a su equipo Leeds United dejarse marcar un gol por el Aston Villa, luego de que los suyos anotaron mientras un futbolista rival estaba lesionado. Habría que proponer a Ricardo Tuca Ferretti para el “anti fair play” por haber azuzado a su plantel a atacar a un equipo inerme, que sólo pedía tres minutos de apoyo a uno de los clubes más ricos del continente.
Veracruz y su drama es lo que engendró en un mal parto la FMF y su absurda idea de quitar el descenso. El caso de los Tiburones dio la vuelta al mundo de forma vergonzosa. Los causantes del desastre yacen agazapados y silenciosos. Por fortuna, ya tienen en la mira al personaje que llevarán a la hoguera para lavarse las manos. La cruda realidad es que el equipo del puerto sólo es botón de muestra, pues hay varios que también se atrasan en el pago de sueldos, de premios, que eluden impuestos y un largo etcétera.
Fuertemente afectado y al borde de la parálisis facial --con un tic en la parte derecha del rostro que le cerraba un ojo de forma incontrolable–, así apareció Kuri en entrevista para Espn después del partido entre escualos y Tigres. Desprovisto de su habitual fanfarronería, el ex político y empresario, cuya credibilidad está en déficit, criticó la protesta de sus jugadores porque hicieron el ridículo
.
Kuri era una lastimosa y grotesca mueca, reflejo de lo que es hoy el balompié nacional y su gran farsa. Porque una farsa resultó la estratagema de eliminar el descenso para mejorar el futbol mexicano
. Lo único que quería el pomposamente llamado comité de desarrollo deportivo
era salvar a Chivas, Atlas, Puebla y Morelia... Y para redondear el cuadro, la violencia se desató en las gradas del partido San Luis-Gallos. Flotaba en el ambiente una añeja rivalidad que las directivas desdeñaron.