De no ser por México
e nuevo, desgraciadamente, puede pronunciarse esta frase en relación con el panorama internacional: “De no ser por México…”
Emociona que la antigua y digna política exterior mexicana, aplaudida en su tiempo por propios y extraños de bien, parece volver por sus fueros.
Cabe recordar que, en años lejanos, nuestro país y sus embajadas fueron el habitual refugio de perseguidos políticos de todos los países latinoamericanos y otros más. Pero también tenemos presente con dolor, los desfiguros de los tres gobiernos anteriores –el último, para vergüenza nuestra, supuestamente del PRI– con que se tiró a la basura ese enorme prestigio que tenía México por su coherente respeto a los principios básicos de una política internacional que él mismo había gestado y hecho pública con gran aplauso general.
Su hazaña más notable fue sin duda el asilo a decenas de miles de republicanos españoles, a quienes no sólo les abrió las puertas sino que, incluso, acudió en su búsqueda y a no pocos se arrancó de las garras de asesinos nazis y fascistas. Pero también debe subrayarse la gesta chilena de 1973, junto con la sistemática apertura a todos los perseguidos por razones políticas del color que fueran.
Debe reconocerse que el canciller Ebrard, tras los lamentables antecesores que tuvo desde 2000, cuando se negó a respaldar, junto con Uruguay, la intervención militar en Venezuela, dio muestras de que es también suya la magnífica política exterior de antaño.
Pero ahora ha sido más claro y contundente: a la manera de los viejos y buenos tiempos, se comportó ni más ni menos como lo marcan nuestras leyes y la tradición que tantas satisfacciones nos dio en el pasado.
Antes de la llegada de Fox al gobierno, hasta quienes nos hicimos cargo de asuntos muy menores, por doquier percibíamos el respe-to que el nombre de nuestro país infundía en el ámbito internacional.
Evo Morales y los suyos se suman a la lista, larga por desgracia, de mandatarios y políticos de importante investidura que han salvado la vida gracias al asilo hallado en nuestro país. Cuando vuelva a pasar frente a la Cancillería ya no lo haré con la cabeza gacha.
En Bolivia, por su parte, han sacado las uñas los afamados gorilas
latinoamericanos al servicio de las castas poderosas y retrógradas para oprobio de todos nuestros países. No es la primera vez que sucede en aquellas latitudes: los pobres bolivianos ya tienen callo…
De la misma manera, es motivo de vergüenza en nuestra casa el Partido Acción Nacional –que en algún momento, gracias a miembros de gran valor y decencia han militado en sus filas en los recientes años llegamos a suponer que se había vuelto menos fascistoide que antaño–. Lamentablemente, por boca de su presidente, en el caso de Bolivia, ha dado muestras de que recuperó, al menos en lo que se refiere a política exterior, la misma baja estofa que inspiró antaño a que tomara el nombre de una formación política netamente franquista, y aun lo conserva.
In memoriam
Gilberto Bosques Saldívar