Al cambiar de sexo, pasó de tenor a esa tesitura // Es la primera artista trans en pisar el escenario del Teatro Colón // Reacio a concederle un lugar como intérprete del bel canto, este año el recinto se rinde a su talento
Sábado 21 de diciembre de 2019, p. 2
Buenos Aires. María cierra los ojos y canta junto al piano de cola en el Teatro Colón. Su exquisita voz de soprano resuena en la misma sala donde vibraba su registro de tenor hasta que hizo el cambio de género y rompió el molde del principal coliseo argentino.
Argentina por opción, María Castillo de Lima nació en São Paulo como Felipe hace 34 años. Es la primera artista transgénero en pisar el escenario del Colón, una de las salas líricas más importantes del mundo.
Ingresó por concurso de tenores en 2010 y, tras una transición que comenzó en 2011, debutó en 2014 en el papel de mamma de Madame Butterfly con aclamación del público en una carrera que no ha parado de ascender.
Como pianista, compuso tres óperas, centenares de canciones, obras de cámara y sinfonías.
Su irrupción sacudió las rígidas convenciones de la ópera en el más conservador de los espacios. Al comienzo el Colón fue reacio a concederle el lugar de soprano en el Coro Estable, pero terminó rindiéndose a los pies de su talento este año.
Su vida es fuente de inspiración para la comunidad transgénero que la considera un icono de sus luchas por la igualdad de derechos.
Polifonía
‘‘Soy un cuerpo con dos voces’’, se ufana risueña, consciente de lo peculiar de su caso.
Otro tenor del Colón ha hecho la transición después de María, ‘‘pero no logró cambiar de registro y sigue siendo tenor’’, señala.
‘‘Hice los dos cambios. Uno más profundo y absoluto que fue reducar y relaborar todo mi trabajo vocal para que tenga que ver con el género con el cual me autopercibí’’, explica.
‘‘Plácido Domingo ha grabado dúos haciendo de barítono y de tenor, Grace Bumbri de soprano y mezzo, pero una persona que haga de tenor y soprano hasta ahora no se ha visto’’, sostiene.
Un personaje de creación propia, María Vkallasova, fue un puente hacia su nueva identidad.
‘‘Cantaba como mujer y en un momento me arrancaba las ropas en escena, quedaba como varón y seguía como tenor’’, recuerda María Castillo sobre esas presentaciones que montaba en un teatro alternativo de Buenos Aires.
Tras dar el paso definitivo, dejó de cantar en público como tenor para evitar ser tomada por travesti.
Hija de un albañil argentino y de una cocinera brasileña que cantaba en la Iglesia evangelista, María tuvo una infancia humilde pero rebosante de música.
Llegó con su familia a Argentina a los siete años y se instalaron en un terreno fiscal en La Plata, a 60 kilómetros de Buenos Aires, en las antípodas del mundo dorado de la ópera.
‘‘Mi papá armó un rancho, no me da vergüenza contarlo, me da orgullo porque habiendo tenido esa infancia tan limitada siempre fui muy feliz. Trato de honrar el esfuerzo’’, detalla emocionada.
Autodidacta, aprendió música con un libro que tomó prestado de una biblioteca popular.
‘‘Iba a una escuela que tenía un piano viejo y cuando un profesor faltaba, la portera me abría el salón y yo tocaba’’, refiere.
Cuando años después ingresó al conservatorio municipal recibió el mote de ‘‘pequeño Mozart’’ por su precocidad musical que la llevó a componer una ópera a los 16 años.
Su primera maestra de lenguaje musical, Elda Juárez, la recuerda como el alumno que ‘‘no quería cantar’’.
‘‘Decía que quería ser instrumentista y se negaba, hasta que un día mientras yo anotaba en el pizarrón, cantó. Tenía un talento excepcional’’, afirma.
María descubrió su voz femenina casi por casualidad, cuando una soprano no daba la nota aguda y un tímido Felipe la cantó para asombro de todos.
Desde entonces supo que podía llegar a ese registro que luego iría a tono con el género con el cual decidió ‘‘ser feliz’’.
Marcar camino en favor de la inclusión
Aunque no fue un camino fácil, María agradece al Teatro Colón ‘‘por abrirse a la diversidad’’.
‘‘Los brazos se fueron abriendo de a poco porque este es un proceso social no sólo dentro del teatro sino en Argentina, que por más que es pionera con la ley de Identidad de Género, la sociedad tiene que repensar el tema de las personas trans y ver que pueden desarrollarse en cualquier disciplina’’, estima.
Al respecto considera que ha marcado camino más allá de lo artístico en favor de la inclusión.
‘‘Aquellos que no le dan trabajo a una chica trans por prejuicio, que vean que el Teatro Colón aceptó a una persona trans’’, celebra María, segura de que ‘‘en pocos años será algo común’’.