Industria: la buena y la mala // Crece, pero es insuficiente
os noticias: la buena, que en noviembre pasado la actividad industrial registró un crecimiento real de 0.8 por ciento respecto del mes previo; la mala, que en la medición anual (-1.7 por ciento) dicho indicador se mantiene en fase negativa, de acuerdo con el más reciente reporte del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
La actividad industrial de México no levanta y vive una nueva etapa dentro de su recesión: la recuperación de la minería y la fase de expansión de la generación y distribución de electricidad, gas y agua no alcanzan a compensar la contracción que se observa en las manufacturas y la persistencia del entorno adverso en la construcción
, advierte el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, de cuyo análisis se toman los siguientes pasajes.
Ante la recesión industrial que se vive en Europa y en algunos países del este asiático, la conclusión del proceso de aprobación del T-MEC y la situación interna, México enfrenta el reto de establecer una política industrial que permita superar la coyuntura: no hay alternativas, pues sin una industria fuerte la economía nacional estará expuesta a la inercia global y local de la recesión.
En la recta final del sexenio peñanietista la industria en México inició un proceso de desaceleración que no tuvo un diagnóstico adecuado, tanto en tiempo como en magnitud. Hoy, la recesión industrial tiene su principal causa en el debilitamiento de las manufacturas, pues sólo tres de sus 21 componentes tienen un crecimiento superior a uno por ciento.
En su primera etapa (marzo 2018-junio 2019), la actividad industrial se vio afectada por la contracción del sector de la construcción y la recesión en la minería, particularmente por la debilidad estructural que se había registrado en la extracción de petróleo y gas, y por el retroceso de la inversión pública en la construcción de obras de ingeniería civil y edificación.
Durante esa primera etapa la reconfiguración del presupuesto público y la moderación en la inversión total, nacional y extranjera, exacerbaron la desaceleración industrial y la llevaron hacia una recesión: entre el segundo semestre de 2018 y el primero de 2019 la contracción industrial fue atribuible a las condiciones domésticas que involucraron a la construcción, la minería y algunas ramas de la manufactura.
A partir de julio la recesión industrial comenzó a tener una segunda causa: las manufacturas fueron impactadas por la desaceleración en Estados Unidos del sector correspondiente y las exportaciones mexicanas comenzaron a debilitarse, particularmente en sectores como el automotriz.
En noviembre de 2019 se presentó la nueva realidad de la industria en México: el ciclo industrial sigue mostrando la debilidad de la economía mexicana a pesar de que la minería (por la ligera recuperación en la extracción de petróleo y gas) logró romper la racha negativa de 13 meses consecutivos.
Así, en dicho mes los principales componentes de la actividad industrial registraron el siguiente comportamiento: manufacturas, -2.2 por ciento (segunda caída consecutiva); construcción, -3.2 (décima al hilo); generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final, crecimiento de 3.1; minería, aumento de 0.9 (noveno consecutivo). La relevancia de las manufacturas y de la construcción condicionaron que el ciclo económico del sector industrial haya profundizado su tendencia negativa (de los 21 componentes que dan cuerpo a las primeras, 14 tienen tasa cero o negativas y cuatro un crecimiento inferior a uno por ciento; sólo tres tienen un desempeño positivo y vigoroso).
Lo descrito es relevante al existir la posibilidad de que algunos sectores de la industria mexicana se vean afectados tanto por la situación que se vive en otros países como por el agotamiento que se observa en algunos de sus componentes internos.
Las rebanadas del pastel
Una tragedia lo sucedido en el colegio de Torreón, sobre todo porque era totalmente evitable.