La cultura de la transgresión
ace algunas semanas fue estrenada en Estados Unidos la película Bombshell, que próximamente podrá verse en México con el titulo de El escándalo. En el filme, basado en la tiránica e inmoral cultura impuesta en la cadena Fox por su director general, el inefable Roger Ailes, dos conocidas conductoras de programas, Gretchen Carlson y Megyn Kelly, por diferentes razones y en momentos diferentes, sufren una crisis de conciencia y deciden poner al descubierto la cultura de agresiones sexuales impuesta por el señor Ailes en la empresa. En esa vía coinciden con el dilema de Kayla, otra joven aspirante a conductora, que al igual que ellas también es sujeta a los apetitos sexuales de Ailes y vive angustiada por su inseguridad en torno a la forma de responderle ni saber a ciencia cierta cómo proceder. Esta última, encarnada por un personaje ficticio, es usada como vehículo para ejemplificar la angustia de muchas otras mujeres que en la empresa viven en condiciones similares, pero son incapaces de enfrentar las vesanias de Ailes.
A final de cuentas, Carlson y Kelly deciden enfrentarlo, denunciarlo y demandarlo por sus crímenes. En el caso de Gretchen, cuando es despedida de la empresa por no cumplir con la prohibición de Ailes de denunciar en su programa el uso de la mujer como símbolo sexual, incluida su forma de vestir en todo tipo de emisiones, hasta en las deportivas. En el de Megyn, por incomodidad de los directivos de la cadena, cuando en una entrevista cuestiona al entonces candidato republicano a la presidencia, Donald Trump, sobre las denuncias que varias mujeres hicieron en su contra por haberlas agredido sexualmente. Una de las claves del filme es el momento en que Rupert Murdoch, dueño de la cadena Fox, conmina a sus empleados a continuar trabajando como siempre en la defensa de la empresa y sus valores tradicionales. En plena reunión, Kayla la abandona, aparentemente convencida de la complicidad y tolerancia de Murdoch con la inmoral cultura de la política impulsada por Ailes.
Si bien la película se suscribe en el contexto general del movimiento Me too, la trama trasciende en el momento que salta de la inmoral cultura de subterfugios y agresión a las mujeres en el plano privado al de la política, con la complicidad de los dueños, directivos y demás personajes de una corporación global que, como Fox, frecuentemente contemporiza con lacras que la sociedad parece no estar dispuesta a tolerar más.