Miércoles 15 de enero de 2020, p. a12
Es necesario revalorar el lugar de Carlos Girón en la historia del deporte, considera el clavadista Fernando Platas, subcampeón olímpico en Sídney 2000. Un día después de la muerte de quien fue medallista en Moscú 1980 tras una serie de complicaciones con su salud, el recuerdo de su importancia en la élite de la disciplina regresa con derecho propio.
En un país con pocas medallas no puede perderse la dimensión de un atleta que alcanzó los máximos niveles de una disciplina
, explica Platas, fue el mejor del mundo en una época y aún hoy es recordado con respeto por nuevas generaciones de clavadistas de todo el orbe
.
Platas recuerda que el paso del tiempo termina por postergar al olvido a las glorias deportivas. Lucen durante una época, pero llegan nuevas generaciones que roban la atención y terminan por desplazar a quienes les preceden.
Es un proceso natural en el deporte e incluso llegué a hablar del tema con Carlos Girón
, evoca Platas; pero estos momentos también sirven para recordar que hay referentes que no pueden borrarse
.
Durante la noche del lunes y la tarde del martes, el funeral de Girón convocó a personalidades del deporte, directivos, ex medallistas olímpicos, todos reunidos para rendir homenaje a una leyenda.
En mis años de competidor, y mucho después, me encontré con grandes clavadistas que al mencionar a Girón hacían un gesto de respeto o se emocionaban, porque su historia fue determinante en los clavados
, agrega Platas.
Si la experiencia de Girón fue desastrosa en Montreal 1976, el trayecto rumbo a Moscú 1980 fue un camino repleto de hazañas para el mexicano. Venció a los más importantes representantes de la disciplina y se convirtió en el mejor clavadista de la época, reconocido por todos y temido por sus rivales.
Girón merece ser revalorado
, afirma Platas, ponerlo en la dimensión que tuvo y por la que es recordado, fue el mejor del mundo, provocó no sólo un cambio en la técnica de la escuela mexicana de clavados, sino también en la mentalidad: nos demostró que podíamos ser lo mejores del mundo y ser temidos por otras naciones
.
Si el oro olímpico en Moscú lo perdió por un atropello en favor de Alexander Portnov –el competidor local– orquestado por los delegados soviéticos y la autoridad pusilánime en la prueba, Platas recuerda que el pueblo mexicano siempre lo consideró el verdadero campeón.
Fue mi inspiración y mi compañero deportivo
, dice nostálgico; en algunos viajes, me tocó ver cómo lo detenía la gente para decirle que él había ganado el oro, que si no lo tenía era porque se lo habían robado los soviéticos. Eso, en el fondo, siempre lo tuvo tranquilo
.