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La Bienal de Pintura José Atanasio Monroy ‘‘es una plataforma para impulsar nuevos talentos’’

La idea es que predominen la calidad y la poética de las obras, destaca directivo de la Universidad de Guadalajara

Foto
Panorama, de Carlos Gerardo Cárdenas (arriba), y Neocolonialismo, de Isaías Cruz, óleos que participaron en la bienal de 2018. Imágenes tomadas del catálogo presentado en la pasada FIL de Guadalajara.
 
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de enero de 2020, p. 6

La Bienal de Pintura José Atanasio Monroy, que desde 1999 organiza la Universidad de Guadalajara (UdeG) se consolida como uno de los encuentros más importantes en el país al promover nuevos talentos, tendencias y poéticas en el arte nacional.

En febrero se abrirá la convocatoria para la quinta edición, pues antes fue anual, y se espera gran participación, o al menos similar a la de 2018, cuando se recibieron mil 200 obras de 630 artistas.

Ese premio es, ante todo, ‘‘un reconocimiento a la trayectoria del maestro Monroy, mediante el impulso de noveles creadores, además de tener el objetivo de fomentar y estimular el desarrollo de la pintura en la región occidente de México”.

El valor de las obras y la especulación

En la primera edición participaron 115 artistas de cinco estados, recuerda en entrevista con La Jornada Ángel Igor Lozada, secretario de vinculación y difusión cultural de la UdeG; cuando el área a su cargo recibió la organización del premio, añade, ‘‘éste se encontraba muy gastado, pues no había mucha participación. Se pensaba sólo en pintura-lienzo o en retratos tradicionales, muy al estilo del propio José Atanasio Monroy.

‘‘Pero pensamos que el propio maestro habría propuesto que el concurso evolucionara, siempre y cuando hubiera calidad; entonces convocamos a jurados más estrictos y abrimos la participación a mexicanos residentes en Estados Unidos.”

Ahora la UdeG ha conformado una base de datos con los participantes, ‘‘con lo cual prácticamente estamos mapeando dónde están los creadores y sabemos cuál es el catálogo de la participación que tuvimos de toda la República, excepto Nayarit. Hemos tomado un camino muy interesante, porque exigimos que nuestros jurados sean diametralmente opuestos para que predominen la calidad y la poética de las obras, las cuales tienen que dialogar con el público”, detalla Lozada.

El funcionario universitario explicó que elaboraron un análisis de la cadena de valor en la artes plásticas para conocer la manera de monetizar y crearle valor a una obra, y vieron que el proceso ‘‘es el más despiadado e irregular de todos, el más consumista de todas las artes, porque el valor de una obra está en la especulación, no sólo en el valor artístico, y la especulación juega en las galerías, en los mercados.

‘‘Por eso decidimos que el valor agregado que queremos dar a nuestras obras, además del monetario, es generarles a los artistas, sobre todo a los nuevos talentos, una plataforma. Publicamos un catálogo (se presentó en la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara), porque así los autores pueden demostrar que pertenecen a una colección. ‘‘Todo esto hace que la Bienal de Pintura José Atanasio Monroy sea un premio dinámico, el cual no termina sólo con la mención, porque de las mil 200 obras que participaron se hizo una selección de 60 que se va a presentar en recintos universitarios de Jalisco y en otras instituciones del país.”

La bienal tiene dos vertientes: los premios a creadores con trayectoria y los reconocimientos a los nuevos talentos. Los estímulos económicos van de 100 mil a 60 mil pesos para el primer rubro y de 80 mil a 40 mil para el segundo.

‘‘Hay ya muchos artistas que inscriben sus obras en la Atanasio Monroy y en la Bienal Tamayo, lo cual promueve un diálogo muy interesante entre ambos comités organizadores”, concluye Lozada.

José Atanasio Monroy nació en Autlán, Jalisco, en 1909. Estudió en la Academia de San Carlos con sólo 16 años de edad gracias a una beca. A los 17 años participó por primera vez en una exposición en el Palacio de Minería; el cuadro que exhibió fue difundido en el diario El Imparcial, al día siguiente de la inauguración, y lo adquirió un ciudadano francés que lo llevó a París.

Este éxito motivó a Monroy a dedicarse con mayor empeño a la pintura. José Atanasio ingresó a la Escuela Libre de Pintura de Churubusco, en la que permaneció un año y después instaló su taller en la calle Bucareli, en la Ciudad de México.

Prevaleció su preferencia por la pintura académica, respaldada por su preparación técnica y su facilidad para plasmar escenas costumbristas mexicanas, paisajes, bodegones y sobre todo retratos por encargo que constituyeron su principal fuente de ingresos durante toda su carrera.

José Atanasio Monroy también pintó en su natal Jalisco varios murales y creó cerca de 2 mil cuadros. Murió en 2001, a los 91 años.

Más información acerca de la Bienal de Pintura José Atanasio Monroy en https://www.bienaljamonroy.mx/historia.php.