El renacer de Rijeka, una antigua urbe yugoslava que este año es Capital Europea de la Cultura
uchos almacenes del puerto están vacíos, no hay vida en las fábricas, el astillero casi en bancarrota con su laberinto de muelles y grúas sólo se mantiene a flote gracias a las garantías del gobierno.
En las empinadas montañas los edificios socialistas se elevan majestuosamente sobre el mar. Así se ve a primera vista la ciudad portuaria croata de Rijeka, que este año será la Capital Europea de la Cultura, junto con la irlandesa Galway.
Nadie pensó que ganaríamos el título
, dice abiertamente Ivan Sarar, director cultural de esta ciudad de 200 mil habitantes y jefe de la agencia de la Capital de la Cultura Rijeka 2020. Éramos absolutamente desconocidos
, reconoce.
Pero Rijeka tiene algo que ofrecer: los magníficos edificios del casco antiguo tienen un estilo italiano y austrohúngaro. Un escenario joven de gente creativa y pioneros de empresas startup le dan un aura de apertura urbana con un aire despreocupado.
Hasta el siglo XX la población era principalmente italiana, con una fuerte identidad local y su propio idioma: el fiumano. La influencia del poder naval regional de Venecia era obvia.
Después de la Segunda Guerra Mundial la ciudad se incorporó a la Yugoslavia socialista de Josip Broz Tito. Las industrias que habían surgido durante la era de los Habsburgo se expandieron masivamente.
Con sus astilleros, refinerías, fábricas de azúcar y papel, Rijeka era una ciudad socialista modelo. La población creció de 25 mil a 200 mil en 30 años. Era una ciudad dura y frágil, así que no había mucha diversión
, recuerda Sarar, de 46 años.
Pero las grandes industrias se disolvieron hace 20 años. A sus habitantes les quedó trabajar en el sector de servicios, en el turismo o emigrar. Sarar considera que el año de la Capital Europea de la Cultura es una oportunidad única.
Estamos reinventando esta ciudad posindustrial sin una idea clara de sí misma. Con los proyectos 2020 está emergiendo una imagen del futuro.
Al igual que otras antiguas capitales, Rijeka renovará su infraestructura cultural con los fondos que recibirá por el nombramiento, una parte significativa de los cuales procederá de la Unión Europea.
En el área de la antigua planta de azúcar se construye un distrito museográfico, con una nueva biblioteca municipal y un museo interactivo para niños. Los almacenes del puerto ya albergan a los artistas de Delta 5 con sus estudios y laboratorios creativos. El vacío posindustrial se está llenando de nueva vida.
Dpa