La crisis de Boeing
n error técnico puede llevar a una crisis profunda a cualquier empresa, y precisamente eso es lo que sucede en Boeing. Por ello el consejo de administración despidió a finales de 2019 a Dennis Muilenburg y colocó al frente de la firma a David Calhoun.
Después de mantener el liderazgo en la producción de grandes aviones, en 2019 perdió ese lugar debido a los problemas por los que atraviesa su modelo 737 Max. Este aparato tiene una larga trayectoria y se actualiza constantemente para incorporar las tecnologías más avanzadas. Sin embargo, sufrió dos grandes accidentes en octubre de 2018 y marzo de 2019 que obligaron a las autoridades a suspender sus operaciones.
Las implicaciones de las fallas en el 737 Max son múltiples, tanto en la producción como en la entrega de aviones a las aerolíneas comerciales, ya que no pueden volar una aeronave con fallas que generan desconfianza y que no se podrán resolver, según información extraoficial, hasta la segunda mitad de este año.
Pero lo peor de todo es que los clientes de esta empresa mantienen sus aviones en tierra, debido a que generan desconfianza y las autoridades prohibieron su uso mientras no sean seguras. Este es, por ejemplo, el caso de Aeroméxico, firma dirigida por Andrés Conesa, que tiene seis de ese tipo que le causan grandes pérdidas.
Por supuesto que las aerolíneas comerciales que utilizan los 737 Max ya se inconformaron, algunas con demandas legales, para tratar de recuperar las pérdidas ocasionadas por las fallas técnicas. En el caso de Aeroméxico ya se llegó a un acuerdo con el fabricante, que resarcirá parte del daño. Algo similar sucederá con el resto de las aerolíneas, lo que se reflejará en pérdidas multimillonarias de Boeing. Pero quizá lo más grave del asunto es que pierde mercado frente a la competencia.
La crisis de Boeing no sólo es técnica, sino también de liderazgo. Públicamente no se aprecia un camino firme a seguir para la solución del problema y en materia de información al mercado existe un gran vacío que genera rumores, confusión e incertidumbre.
Mientras tanto, quien aprovecha esta situación es Airbus, dirigida por Guillaume Faury, que ya se convirtió en la empresa líder a escala mundial en la producción de grandes aviones.