n nuevo escándalo acaba de estallar en Francia. Verdadero terremoto, sacude a la vez la opinión pública, la clase política, la sociedad civil, el poder Ejecutivo,el Legislativo y el mundo cultural.
El próximo marzo tendrán lugar las elecciones municipales y, por el momento, los debates de las campañas se desarrollan en todas las ciudades del país. La más observada es, desde luego, la de París, capital de la nación. Hasta ahora todo se desarrollaba en forma normal: cada partido político sostenía su candidato lo mejor posible, a fin de conducirlo a la victoria. El candidato presentado y sostenido por el partido en el poder, la REM (La République en Marche), formación política fundada por el presidente Emmanuel Macron, fue escogido por el presidente mismo, pues se trata de uno de sus cercanos seguidores, quien lo acompaña desde el principio de su lucha y ha, incluso, ocupado los puestos de portavoz y ministro del gobierno. Se llama Benjamin Griveaux, tiene 40 años, es casado, tiene tres hijos. La revista Paris-Match le dedicó incluso un gran reportaje con numerosas y bellas fotografía donde aparece en familia como el modelo del buen padre que lleva él mismo a sus hijos a la escuela y el perfecto marido, próximo de su mujer. En suma, una figura ejemplar de hombre político respetable y tradicional. Todo iba de la mejor manera hacia el mejor de los mundos posibles, incluso si este candidato no llegaba sino en tercera posición en los sondeos, tras la actual alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo, primera, y Rachida Dati, candidata del Partido Republicano, segunda. Es entonces cuando el escándalo estalla.
Un sitio informático publicó un video. Nada excepcional como no fuese que en el video aparece un hombre de pie, en atuendo de Adán en el Paraíso, con la mano ocupada por la manipulación de su miembro viril con el fin de obtener el mejor resultado de este trabajo manual que, sin mayores eufemismos, se denomina masturbación. Otros elementos del muy breve cortometraje muestran una mujer y fragmentos de correspondencia del hombre en el atuendo de Adán con la tal mujer. Nada interesante como no fuese que el hombre en cuestión es el candidato de la REM a la alcaldía de París, el padre y marido ejemplares; Benjamin Griveaux, y que la mujer del video no es su señora esposa.
Estupefacción y temblor. El sistema informático posee un poder temible. A la velocidad de la luz eléctrica, el video se propaga, y los voyeristas, especie innumerable, se regocijan al mirarla. La prensa, escrita o audiovisual, se apodera del evento, el cual se convierte de inmediato en la principal información de periódicos, radios y televisión. Al extremo que sucedió lo que debía suceder: el candidato de la REM a la alcaldía de París abandonó su candidatura y renunció a proseguir su campaña electoral para proteger a su familia; en peligro a causa de la violencia de los ataques que la amenazaban.
De inmediato se desató una polémica que arrastró a toda la clase política, a periodistas y comentadores, así como a la opinión pública. El video tenía un carácter sexual ostensible, aunque no tuviese nada de ilegal y concierna sólo a la vida privada. Ésta debe protegerse y nadie tiene derecho de revelarla y menos de utilizar este medio para destruir políticamente un adversario. Partidarios y rivales del ex candidato se unieron en coro para compadecerlo y sostenerlo en esta dura prueba, considerando que atentar contra la vida privada es un crimen repugnante que amenaza el ejercicio de la democracia y abre la puerta a todos los abusos posibles. Nada más fácil, en la época de aparatos portátiles ultrasofisticados, que tomar una foto, captar una conversación y amenazar a cualquiera con descubrir su intimidad. Y más fácil aun cuando uno mismo pone en circulación partes de su intimidad aunque no sea sino entre íntimos…
La técnica permite creer en el acceso al paraíso cuando no abre las puertas del infierno en nuestro bajo mundo.