a remodelación del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) tardó cinco años, durante los cuales miles de visitantes soportaron estoicamente las molestias por una obra que ha dejado a todos satisfechos, pues duplica el espacio para exhibir parte de su valiosa colección y, por su diseño, atrae a las nuevas generaciones.

Gracias a ese remozamiento ahora exhiben más de 2 mil obras, el doble que antes, distribuidas en espacios que evitan el apiñamiento de quienes acuden al MoMA. Además, presentan la de artistas latinoamericanos poco conocidos.

No sólo ganó espacio la pintura, escultura, dibujos, impresiones, fotografías, modelos arquitectónicos, objetos de diseño y el lugar para performance. También el cine, pues el museo posee más de 2 millones de películas y cortometrajes (de México tienen lo mejor) y miles de documentos sobre el séptimo arte. Ahora parte de ese tesoro se encuentra a la vista del público.

Antes estaban poco visibles la sala de proyección y la galería para exhibir la publicidad y diversos objetos relacionados con películas, directores y actores. Con la remodelación, cien pantallas colocadas estratégicamente permiten al público ver extractos de cintas, documentales y testimonios diversos que se relacionan con las obras que se muestran.

No sólo las de artistas reconocidos, como Marcel Duchamp y Andy Warhol, sino también fragmentos de películas clásicas de todo el mundo. Algunas recrean la vida cotidiana del siglo XX y del actual, donde las redes sociales ocupan sitio preponderante. Se rotarán cada seis meses.

De esta manera el MoMA ratifica su interés por el cine. Incluye el rescate de películas y documentales sometidos a un proceso de restauración y conservación de gran calidad. A ello se suma la colección de los ya desaparecidos carteles publicitarios, quizá la más completa que existe.

Cuando se habla del fin del cine por la aparición de las plataformas de entretenimiento, el Museo de Arte Moderno de Nueva York apuesta por una expresión artística indispensable.