La concentración de riqueza está subestimada en México,la movilidad social es baja y las desigualdades abismales. Mientras hay más conocimiento sobre las dimensiones de la pobreza, el lado opuesto de la estructura de ingresos es del todo opaco, exhibe un estudio elaborado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) y El Colegio de México.

La mitad de la población que nace pobre en el país nunca dejará de serlo y sólo uno de cuatro logrará salir de esta condición. Eso a nivel general, sin embargo, hay marcadas brechas territoriales. Dónde nace y crece alguien en México puede hacer una diferencia abismal, recalcó Marcelo Dejalara, investigador del CEEY.

La cancelación de oportunidades de ascenso resulta pasmosa, destaca el reporte Bienestar con equidad. Sólo en dos estados del país es más probable que alguien nacido en la mitad más pobre salga de esa condición: Chihuahua y Nuevo León.

Mientras en el sureste del país y el estado de México una persona que nace en el lugar 25 de 100 en la distribución de ingresos, a lo mucho que puede aspirar es al sitio 35. Chiapas es la entidad con mayo rezago en movilidad social, le siguen Guerrero, Tabasco, Oaxaca y Veracruz.

De hecho, el caso de Chiapas es trágico, la posibilidad de ascender es negativa, hay peores condiciones para los jóvenes que las que tenían sus padres, subrayó Raymundo Campos, investigador de El Colegio de México, durante la presentación del estudio. Pese a estos datos, hay la percepción de más oportunidades de movilidad social de las que realmente existen, y en ese sentido hay una estimación muy cercana a la realidad sobre la amplitud de la pobreza, mientras el conocimiento sobre la riqueza está muy alejado de la realidad, explicó Aurora Ramírez, investigadora de la misma institución.

En promedio, los mexicanos piensan que una persona rica gana 38 mil 248 pesos al mes y que en esa condición está 35 por ciento de la población, cuando en realidad, datos oficiales indican que menos de uno por ciento en el país percibe esos ingresos.

Por otro lado, se considera que el ingreso máximo de un pobre es de 2 mil 548 pesos al mes y en dicha condición están 69 por ciento de la población; la estimación es cercana a la realidad, explicó la investigadora.

El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, consideró que además del incremento al minisalario, los programas sociales, como el ingreso universal garantizado para los adultos mayores, las becas de capacitación laboral y estudiantiles para jóvenes, de las que hay información parcial de su éxito, y los proyectos de infraestructura en el sureste ayudan a reducir el problema.

Ayudan, pero no dejan de ser acciones paliativas. Sí con un espíritu de universalidad, pero al final paliativas, recalcó Marcelo Delajara. Rodolfo de la Torre, también investigador del CEEY, destacó que resolver las desigualdades de fondo implica reformar los mercados laborales, hacerlos más sólidos y garantizar más ingreso.