Economía
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Pandemia
Mercados y compañías buscan liquidez a cualquier precio
 
Periódico La Jornada
Domingo 22 de marzo de 2020, p. 17

París. Miles de millones para garantizar créditos a empresas, aliviar cargas tributarias o sociales o comprar deuda soberana... Es difícil descifrar la avalancha de anuncios sobre planes de apoyo económicos para hacer frente al nuevo coronavirus. Y quizá sean insuficientes.

Directores de empresas, analistas de mercado y economistas son unánimes: todo el mundo busca liquidez. Asistimos a un movimiento de pánico, en el que tanto los mercados como las empresas buscan liquidez a cualquier precio y venden todo lo vendible, afirma Agnès Benassy-Quéré, profesora de la Escuela de Economía de París.

Para frenar la hemorragia en esta situación excepcional hemos entrado en una guerra de ofertas entre actores políticos públicos, gobiernos y bancos centrales, dice el economista jefe de la compañía de seguros Allianz Ludovic Subran. En vez de dar palos de ciego, como se reprochó al inicio al Banco Central Europeo (BCE), anuncian lo máximo posible, expresa.

De hecho, el BCE generó un movimiento de pánico en los mercados al anunciar el pasado día 12 medidas consideradas insuficientes, antes de rectificar el miércoles y sacar la artillería pesada con un dispositivo excepcional: 750 mil millones de euros para compra de deuda pública y privada de aquí a finales de año.

Millones, millones, millones

El objetivo del BCE es incitar a los bancos europeos a mantener o relanzar los créditos a empresas y hogares. En otras palabras, fomentar la liquidez para hacer frente a este periodo en el que sus ingresos son, a menudo, muy bajos.

En general, las medidas anunciadas por los estados son de tres tipos. Hay acciones estrictamente de liquidez, como el aplazamiento de los impuestos o el desempleo parcial; presupuestarias, que no serán rembolsadas, como el desempleo parcial, el seguro de desempleo y eventuales reducciones de impuestos. Por último, las garantías a los créditos de las pequeñas y medianas empresas, desgrana Agnès Benassy-Quéré, quien observa que quizá no se puedan rembolsar todas. Los gobiernos tendrán que asumir los impagos.

¿El orden de magnitud? Miles de millones en liquidez, centenares de miles de millones de deuda contraída por los estados para prestar a las empresas y decenas de miles de millones adicionales de inversiones en salud o infraestructura, completa Ludovi Subran.

¿Quién pagará la factura?

Muchos recuerdan en las redes sociales las declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron, de hace unos meses, de que no había dinero mágico para invertir en los hospitales públicos.

¡Hay una gran diferencia entre hacer un plan de decenas de miles de millones que se acota en el tiempo y establecer una línea de gastos recurrentes!, afirma Benassy-Quéré. En su opinión, esta situación lo exige, ya que se parece a lo que ocurre durante una guerra desde el punto de vista monetario y financiero.

Aunque no hay destrucción de los lugares de producción ni de la fuerza productiva, en este tipo de situaciones no hay otra alternativa que emitir mucha deuda y hacer que los bancos centrales la compren. El conjunto de los actores va a pagar, sostiene Ludovic Subran, para quien un sabio mezcla inflación e impuestos durante algún tiempo, una vez que se supere la crisis para compensar estos recursos colosales.

¿Por qué se hunden los mercados?

Pese al rosario de anuncios espectaculares, las bolsas no han parado de desplomarse. Los mercados están en modo aversión al riesgo, porque han integrado que estamos en una recesión y que cualquier seguridad será única en términos de amplitud, explica Christopher Dembik, responsable de investigación económica de Saxo Banque.

Hay que ir más allá del aplazamiento de los impuestos y de las garantías del Estado, estima Dembik, quien propone, siguiendo el modelo estadunidense, incentivar la demanda dando dinero a los hogares, pero en el buen momento, cuando la crisis esté controlada y las empresas vuelvan a abrir. Asimismo, sugiere una reducción temporal, pero muy drástica, de la fiscalidad a las empresas.

Todas estas medidas no serán buenas para el equilibrio presupuestario de los estados, pero después de todo hasta Alemania está dispuesta a dejar de lado momentáneamente su sacrosanta ortodoxia presupuestaria. Quizá, excepto Italia, no hay en absoluto ninguna preocupación por la deuda soberana, ya que son los bancos centrales los que poseen la deuda de los grandes estados desarrollados, e impiden el desbocamiento de los mercados, asegura Dembik.

En cambio, Ludovic Subran está preocupado por la propagación del coronavirus en países cuyos cimientos son menos sólidos, sobre todo en África. Las medidas globales se adoptan sin coordinación, (lo que) no tiene prácticamente precedente y es preocupante para las economías que no se pueden enfrentar a la prueba solas, apunta.