Domingo 19 de abril de 2020, p. 3
Si Nureyev viviera, lloraría de emoción al ver su obra completada merced a la tecnología, el espíritu poético de los artistas de hoy día y, sobre todo, esta atmósfera de drama shakesperiano que inunda al mundo en cuarentena.
Disfrute, usted, hermosa lectora, amable lector, de esta maravilla: Dire merci
-Message de soutien du Ballet de l’Opéra national de Paris
Con las etiquetas #RestezChezVouz, #StayHome (y añadiríamos: #QuédateEnCasa), 36 bailarines de la Ópera Nacional de París armaron el video cuyo enlace está arribita de este párrafo.
Shakespeare a flor de piel, al borde del llanto el espectador, porque es de a de veras; es decir, no estamos en una butaca y los bailarines en sus trajes pesados de época. Estamos frente al hermoso espectáculo de la intimidad, nuestra intimidad.
Los bailarines ejecutan un fragmento de Romeo y Julieta, obra de Shakespeare puesta en música por Chaikovski, pero aquí en una versión mejor, contundente, letal por necesidad: la versión de Prokofiev.
Se trata de la coreografía que montó Rudolf Nureyev (1938-1993) en la Ópera Nacional de París en 1984 y que los integrantes de esa trouppe de prodigios escenifica desde la recámara de su casa, desde su tina de baño, el sótano, la ventana que da al precipicio, la terraza con vista a París, la cocina, el librero, la sala, el corredor del edificio de departamentos.
Vemos epifanías: pliés, fouetées, pas de chat, giros en sandalias, puntas con puntas (zapatillas de ballet) y puntas con los pies desnudos. Y en un instante dado, como Remedios, La Bella, esos pies desnudos se despegan del piso y aspiran al paraíso, flotan y ascienden por los aires, en vertical.
Seis piernas se asoman juguetonas desde el fondo de una cama, vistas desde afuera de la habitación; una rubia embarazada acaricia su vientre y en la siguiente escena, magia, la mano de un hombre moreno la acaricia, a ella y al vientre. Niño no nacido nadaba en ventura (cita del Ulises, de James Joyce, en traducción de José María Valverde).
Los bailarines en pijama, a medio vestir, en traje de ensayo, en pantuflas, con la taza de café matutino en la mano mientras sus hijos trotan alrededor de ellos y también bailan. Dos niños se trepan a las espaldas de su padre, en el piso, levantándose cual lagartija. Una pequeñita pasa por debajo de su madre, en el túnel de sus piernas bailarinas.
Escenas que cimbran, siembran: Juliette lisiada, camina lerda, trunca, Romeo la recibe en sus abrazos.
Merci.
Esa palabra sustituye a la palabra End.
¿Happy end?
Los agradecimientos: a los agricultores, a los empleados del súper, a los investigadores, los laboratoristas, los comerciantes, los obreros, los libreros, los periodistas “et tant d’autres mobilisés pour toutes et tous”.
Y tantos otros movilizados por todos y para todo.
Es la respuesta de los artistas frente a la pandemia. Es la belleza que sonríe frente al horror, la pureza de espíritu que derrota al miedo.
¿Siente usted temor, hermosa lectora, amable lector?
Vea este video.
Si acaso llora, será de felicidad.