El ambulantaje cambia de giro, pero no puede hacer cuarentena, aseguran
Lunes 20 de abril de 2020, p. 14
La epidemia de Covid-19 no sólo implica un riesgo elevado para la salud ya que, combinada con la pobreza, puede tener efectos aún más profundos. Jaime y Héctor trabajan en el esquema de outsourcing en el área de intendencia de los institutos dealta especialidad de la Secretaría de Salud, con salarios que van de mil 900 pesos a 2 mil 100 quincenales, comer tres veces al día, es imposible
, afirma Jaime, quien debe cubrir las necesidades de tres hijos y su esposa.
Pero el SARS-CoV-2 también generó reconversiones laborales como con Ramón que pasó de la venta de ropa a la de protectores acrílicos. Uno tiene que comer, y si no se vende la ropa, pues le buscas
, asegura.
Pese a sus bajos ingresos, Jaime se siente agradecido por tener empleo. Hace unos meses me fui de aquí de la zona de hospitales para trabajar en tiendas departamentales porque pagaban 2 mil 200 a la quincena, pero en cuanto se dio esto de la epidemia nos despidieron. Lo bueno es que logre recuperar esta chamba, sólo que ahora que también corrieron a mi esposa hay menos recursos y tenemos que resolver el dilema: si desayunamos no comemos, y si comemos entonces no cenamos
.
Héctor, quien también labora en el área del comedor del Instituto Nacional de Cancerología, señala que con una chamba ya no te alcanza. Acá en intendencia estoy por las mañanas, y en la tarde entro a ayudar a descargar y mantener en orden los víveres para la comida de los pacientes. Es difícil, pero sólo así medio sales con los pasajes, la comida y lo más indispensable
.
Para Ramón, quien cambió la venta de ropa por la de caretas de acrílico, el miércoles pasado fue su primer día en su nuevo giro comercial afuera del Hospital General de México. A 40 pesos una y tres por 100
, ofrece a los familiares de pacientes que esperan en las cercanías del nosocomio. La mercancía, dijo, la consigue con un amigo.
Aseguró que no le da miedo contagiarse de Covid-19 pese a trabajar frente a un nosocomio que recibe a enfermos con el nuevo coronavirus. Con la careta y el cubrebocas me protejo
, confió. Además, señaló que no puede quedarse en casa, mi familia necesita comer
.
Al igual que él, otras personas continúan trabajando afuera del hospital, en su mayoría vendedores ambulantes que ofrecen alimentos como frutas, papas y golosinas. Entre ellos está una señora que vende cubrebocas a 10 pesos, pues sabe que en este momento son de alta necesidad y que muchos de los que acuden al médico llegan sin esta protección y ahora le pelea la clientela a las farmacias.