El estricto aislamiento a partir de la veloz capacidad de contagio por Covid-19 y la urgencia de los gobiernos por enfrentar la pandemia con sistemas de salud que ya desde antes se encontraban a punto de la saturación, ha dejado casi de lado los cuidados paliativos, un derecho humano de obligado cumplimiento y urgente en estos momentos para disminuir la ansiedad y mejorar la calidad de vida tanto de los enfermos como de sus familias.

“Estamos perdiéndonos la capacidad de que el paciente, a punto de ser intubado o disminuir su estado de conciencia, pueda por lo menos hablar o ver a sus familiares a través de una tablet o un teléfono celular para despedirse o decirles algo antes de llegar a un estado crítico”, establece la doctora Mónica Osio, una de las más reconocidas paliativistas en el país.

Señala que tales prácticas de auxilio o intervenciones para asistir durante esta emergencia hoy apenas se realizan en las instituciones donde previamente ya existían equipos de especialistas muy consolidados, como en el hospital López Mateos del Issste, donde el área de sicología trabaja con los familiares de pacientes Covid-19 mediante videollamadas, telefonemas o el contacto directo fuera de las instalaciones de la clínica.

Ante el estado actual de la pandemia, la doctora Osio indica: también el propio personal de salud en el área de choque requiere intervenciones paliativas, porque está sometido a mucha ansiedad y estrés. El problema es que otra vez seguimos siendo invisibles, lamenta.

Ante tal panorama, señala que los especialistas en cuidados paliativos del país se han organizado para dar contención y apoyo a distancia a través de sus equipos multidisciplinarios (médicos especialistas, sicólogos y trabajadores sociales), y elaboraron una serie de recomendaciones en la materia para proponerla al Consejo de Salubridad General.

Como en el resto del mundo, poco se tenía pensado aquí en materia de cuidados paliativos ante escenarios de catástrofe o epidemias. Fue apenas cuando surgió el problema del ébola en África cuando se inició la elaboración de guías e incluso la propia Organización Mundial de la Salud ya tiene pautas al respecto, refiere.

Pero en México esto aún no se contempla en la normatividad oficial, y sería muy difícil abordarlo en estos momentos de urgencia.

La opción sería hacer un frente común y establecer principios mínimos de apoyo, medidas de confort para los pacientes que están presentando sintomatología y los equipos que pueden apoyarse de estas herramientas, incluyendo la telemedicina, la comunicación a distancia, establece.

Tales opciones pueden aplicarse inmediatamente aun con aquellos casos positivos a Covid-19 que están en su casa y permanecen aislados.

“En cuidados paliativos atendemos al paciente y su familia, también en los casos de seguimiento domiciliario, para ofrecer medidas de soporte y cuidado para evitar contagios y dar instrucciones al enfermo.

El coronavirus llega además a un país como éste (y en realidad casi todos) que ya de por sí tenía serias limitaciones para atender la salud de sus habitantes, sin cobertura universal. Y la gente sigue hoy enfermándose de lo mismo que antes de la aparición del virus: infartos, diabetes, etcétera, y que seguirán llegando a los hospitales”. De ahí la urgencia de aplicar tales tratamientos, concluye.