Lunes 11 de mayo de 2020, p. 7
Con estupor y un llamado a las autoridades a rectificar, reaccionaron integrantes de las comunidades del arte y la educación a la supresión del proyecto para la primera infancia Brotes.
Lo resienten sobre todo quienes han dedicado su trayectoria de muchos años a proyectos para estimular el desarrollo de los niños de hasta tres años: los recursos institucionales aplicados a programas y proyectos enfocados a la primera infancia se invierten para construir ciudadanía. En el corto plazo se beneficia a las familias y en el mediano a toda una generación que irá creciendo sensible y mejor preparada física, síquica y emocionalmente
, señala Guadalupe López Gaitán, desde hace casi una década ocupada –en Sinaloa y Michoacán– en abrir espacios de acercamiento a las artes para estos infantes.
Coincide con ella Susana Romo, una de las más reconocidas directoras de teatro para primera infancia en el país e impulsora, desde hace un lustro, del Festival Internacional de Teatro para Primeros Años (Fitpa) en Guadalajara.
Si supiéramos la importancia fundamental de la atención a estos pequeños, intentaríamos que esos recortes no llegaran. Hacerlo puede convertirse en una catástrofe de muchos años. Las conexiones neuronales, la capacidad de participación, de empatía, de relacionarse con el otro, se fundan en esta edad, lo mismo que la capacidad de participar de manera honesta, de intentar hablar del colectivo, del trabajo en equipo. Y es así con la participación de los especialistas, de los padres de familia, pero también de las instituciones.
Organismos como la Unicef apuntan que invertir en los menores de edad es un derecho que debe ser garantizado
y que la enseñanza temprana desempeña un papel clave para el desarrollo de los infantes, su aprendizaje y bienestar.
Al mismo tiempo, la Convención sobre los Derechos de los Niños marca la obligación de los países firmantes a otorgarles lo necesario para ejercer sus garantías y libertades civiles, su derecho al bienestar, a vivir en un entorno familiar y a recibir un trato adecuado en él, así como a tener cubiertos sus derechos a la salud, a la educación y a medidas de protección.
Sin embargo, la pausa
impuesta a diversos programas federales por el ajuste presupuestal decretado el 23 de abril ante la emergencia sanitaria por el Covid-19, resulta más costosa por los efectos que se ocasionen en los sectores a los que iban dirigidos.
Y Brotes como un proyecto de Alas y Raíces, de la Secretaría de Cultura, instituido hace alrededor de un año, fue uno de los cancelados.
Apenas había un despertar de muchas instituciones, de creadores, familias y demás, para encontrar espacios y proyectos que son prácticamente inexistentes para los pequeños que aún no van a la escuela. Ojalá se encontrara la manera de conciliar
los recortes presupuestales con esta labor, y que más allá de todo se ponga a estos niños en el centro de las decisiones
, plantea Susana Romo.
Guadalupe López sintetiza: “en 2019 se logró que miles de familias con hijos de primera infancia se beneficiaran con Brotes, pero aún no era suficiente”.