Domingo 17 de mayo de 2020, p. 30
Luego de dos días de luto por la muerte de doña Chayito, se reanudó la venta de sus famosas tortas en la esquina del chilaquil. El movimiento en el departamento dos del edificio marcado con el número 139 de la calle Alfonso Reyes fue el aviso para quienes esperaban con ansia la reapertura del negocio, pese al riesgo de contagio.
No estaba ya la mujer que pendejeaba
a todos; ahora, Perla Flores, hija de La Güera, dirigía a los nueve trabajadores encargados de preparar las tortas porque su madre, antes de morir, le ordenó que sólo la lloraran 48 horas y después a seguir con la venta
.
La fila que ha caracterizado al puesto se empezó a formar en pocos minutos “con Susana”, como pedía Perla para que respetaran el metro y medio de distancia recomendado por las autoridades sanitarias.
En poco minutos, un par de jóvenes instalaron el puesto, sacaron cuatro recipientes con chilaquiles verdes y rojos, pechugas empanizadas, pollo al pastor y la tan cotizada cochinita pibil, para de inmediato servir a los primeros clientes.
Siempre fieles
Durante la mañana la fila se mantuvo a mitad de la cuadra, los comensales se decían afortunados porque en otros momentos no sólo se extendía tanto, llegaba incluso a la esquina y daba vuelta por Reynosa para continuar.
Junto al puesto se formó otra hilera: la de los repartidores que surten los pedidos que se hacen por medio de las aplicaciones en Internet. La atención se turnaba.
Sin embargo, no se pudo evitar la aglomeración ante la espera, pese a la habilidad de los jóvenes a cargo de la preparación: uno partía el pan y retiraba el migajón, otro untaba los frijoles y dos más se encargaban del relleno: chilaquiles con milanesa, pollo o cochinita.
Claudia apenas se enteró que estaba el puesto y ni tiempo me dio de agarrar el cubrebocas; lo bueno es que no hay mucha gente y ahorita me regreso rapidito
, comentó la joven, quien nada más llevó dos tortas, porque vive sola.
Otros dos jóvenes ni siquiera esperaron a estar en su casa. Apenas volvieron a su auto, que dejaron estacionado a escasos metros, se bajaron las mascarillas y empezaron a comer.
Tras el deceso de La Güera, los clientes no notan el cambio de sazón porque desde hace tiempo Perla se encargaba de cocinar y preparar la comida con la tradicional receta de su madre.
La mujer, de 38 años, se dice oriunda de la Condesa; emigró tras el sismo de 2017, junto con sus padres, a la colonia Obrera. No obstante, gran parte del día lo pasa en el puesto.
Su pinche viejita
, como recuerda a doña Chayito, era veracruzana y luego de trabajar en casas se dedicó a la venta de tamales que empezó su suegra, pero ante lo difícil que era prepararlos decidió cambiar a los chilaquiles y el negocio prendió. Con ella son tres generaciones las encargadas del puesto y no hay competencia
.
Este platillo típico de la capital es inigualable, comentó Nayelli Chávez, quien estaba en espera de su turno y ya quería dar la primer mordida; es un sabor a salsa casera, el pan está crujiente y la milanesa de pollo le da un sabor único, la verdad vale la pena estar formada
.