aradoja perfectamente comprensible: la actual imposibilidad absoluta de realizar actividades culturales en vivo con público ha desatado una auténtica explosión de música en línea que cubre una gama enorme, casi infinita, de ideas, formatos, expresiones, modos de producción y vías de difusión, que van desde los esfuerzos individuales de quienes reparten música en vivo desde su estudio, hasta el reciente, monumental Festival Mahler que el Concertgebouw de Ámsterdam realizó en línea. Un ejemplo actual, interesante y bien logrado, es la pieza coral Islas, escrita en Alemania por la compositora mexicana Diana Syrse a pedido expreso de la Universidad Nacional Autónoma de México, a través de El Aleph. Festival de Arte y Ciencia, que se desarrolla en línea por estos días.
La presentación de Islas en El Aleph incluyó breves intervenciones de la propia compositora, del dramaturgo Martin Mutschler (coautor del texto, con Diana Syrse), Homar Sánchez (editor de audio y video) y Marco Antonio Ugalde, quien dirige aquí (hasta donde se puede hablar de dirigir, dadas las circunstancias) al Coro de Cámara Staccato. En su intervención, Mutschler afirma, entre otras cosas, que la intención al hacer esta pieza videomusical era presentar al espectador algo más que un coro cantando. Y en efecto: el video está ensamblado básicamente con imágenes de manos, tierra, agua, espacios, sombras, luces, formas y, sí, los intérpretes cantando. Entre ellos, por cierto, y en calidad de solista, la propia Diana Syrse, quien además de compositora es cantante, y por ello tiene un especial reconocimiento como creadora de partituras vocales.
A su vez, Homar Sánchez mencionó el dato duro de que los coros virtuales no son una novedad en la red; de hecho, este tipo de mosaicos corales se han estado realizando y divulgando desde hace ya varios años. La diferencia es que en estos tiempos ya no se trata de una novedad o de un experimento, sino de una necesidad apremiante. (Recomiendo, entre las propuestas pioneras y exitosas, la revisión del video de la obra Lux Aurumque, del compositor estadunidense Eric Whitacre.) Como bien menciona Sánchez, por el momento no nos queda otra que tolerar las enormes dificultades y limitaciones técnicas que conlleva este tipo de montajes musicales virtuales.
Islas es una obra escrita para voces habladas, cantadas, suspiradas, murmuradas, percutidas, utilizadas como instrumentos. A lo largo de la breve y expresiva partitura, Diana Syrse construye un discurso sonoro bien articulado que, no obstante sus diversos momentos de superposición de varias ideas, mantiene siempre la claridad. Desde el punto de vista del estilo general de la pieza, la compositora se vale de algunas herramientas provenientes de lenguajes y expresiones populares (es posible detectar, por ejemplo, algunas armonías cercanas al mundo del jazz), bien contrastadas con episodios que están construidos con elementos cabalmente contemporáneos. Entre estos episodios hay uno particularmente interesante, cercano al final de la obra, en el que Diana Syrse construye una especie de Babel sonora (cuya representación en imagen refuerza el efecto buscado) que solicita del oyente una concentración especial. En lo que se refiere al texto, sería posible destacar varias ideas y conceptos interesantes, entre los cuales hay una frase contundente, y que es relevante no sólo hoy en tiempos de pandemia y encierro, sino que tiene un alcance más universal: Cuando las islas se vuelvan un solo continente
. De viva voz de la compositora: Islas es una obra auténtica y sencilla, que no tiene otra intención más que la de mostrar nuestra experiencia durante el aislamiento.
Como corolario a esta reseña particular, vale decir que Diana Syrse es una de nuestras compositoras más interesantes, y que su música bien merece ser explorada por los melómanos interesados en la producción nacional. A la fecha, no hay mucha obra suya grabada, pero hay varios ejemplos distribuidos en el muy famoso tubo musical cibernético.