Fue patriarca de un momento del arte contemporáneo en el país
Amigos y colegas expresaron su admiración por el artista y lamentaron su fallecimiento
Martes 9 de junio de 2020, p. 4
En opinión de sus amigos y discípulos, Manuel Felguérez fue el patriarca de un momento del arte contemporáneo mexicano
, artista esencial, mentor generoso, referente, innovador, a quien todos recuerdan como un creador siempre abierto al diálogo.
Aquí los comentarios que compartieron con La Jornada:
Graciela Iturbide, fotógrafa, dijo que Manuel Felguérez fue un hombre admirable cuyo legado artístico prevalecerá siempre en la memoria cultural mexicana. “Tuve la dicha de conocerlo junto a su esposa, Mercedes Oteyza; fue maravilloso convivir con ellos. Era un hombre al que siempre admiré mucho, muy inteligente, serio, de amabilidad sublime. Es una tristeza y un duro golpe en el corazón su fallecimiento.
Lo conocí en los años 70 en Cuernavaca; desde entonces me convertí en una seguidora apasionada de su obra. Conozco su trabajo desde que él se desempeñaba como profesor; admiré mucho su sensibilidad y talento. Era muy creativo. México ha perdido a uno de sus mayores exponentes en el mundo pictórico. Me gustaría participar en cualquier homenaje dedicado a Felguérez, es lo menos que merece un amigo de toda la vida.
Impresionante en lo creativo
Gabriel Macotela, pintor, exclamó: ¡Qué decir de Manuel Felguérez y una vida extraordinaria en todos los sentidos! Fue un hombre impresionante en lo creativo, nos enseñó a todos los de mi generación; fui cercano a él desde muy joven. Era un pintor abstracto alucinante, tal vez de los más importantes que México ha dado. Su museo en Zacatecas es extraordinario y el único dedicado a la pintura abstracta. Felguérez abarcó todo, fue gran escultor y enorme pintor; hizo también mucha gráfica. Tuvo una vida espléndida, le tocó vivir el México de 1968. Fue activista crítico, muy culto e inteligente. Vivió generosamente muchos años y trabajó hasta el último día. Es un pilar absoluto del arte y la cultura mexicanos. Por fortuna ha sido suficientemente valorado en México, aunque faltaría que esa valoración se extendiera internacionalmente, que su obra tuviera presencia en los museos del mundo
.
Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del Museo de Arte Contemporáneo de la UNAM y organizador de la última exposición dedicada al maestro, expresó que “con Manuel Felguérez perdemos a un artista clave, pero también al referente de muchas aventuras y batallas culturales. La Ruptura era, antes que nada, el relato que Felguérez hizo del proceso artístico de medio siglo en México y el desmantelamiento de la ortodoxia muralista, social realista. Ese ejercer su disidencia desde la obra lo acompañó en el papel protagónico que tuvo tanto como líder generacional como impulsor de las actividades artísticas del movimiento del 68, incluyendo el Mural efímero, y en el desafío de esa huelga artística que fue el Salón Independiente (1968-1971).
Felguérez fue un escultor modernista que se hizo pintor; quizá por eso su pintura siempre mantuvo una fenomenología de masas-figuras en el espacio, atacadas por la materialidad de la pintura. Murió prematuramente, a los 91 años, derrumbando el tapanco que servía de bodega en su estudio, porque quería tener alturas de cerca de 10 metros para seguir pintando.
Experimentador y arriesgado
Alberto Castro Leñero, pintor, evocó a Felguérez como “el patriarca de un momento del arte contemporáneo mexicano por su búsqueda siempre activa y propositiva, por la edad, la experiencia y el conocimiento. Su muerte es una gran pérdida. Tuve mucha amistad con él y Meche, su mujer, nos visitábamos, le preguntaba cosas.
A Manuel le gustaba mucho experimentar en grandes formatos. A su edad era muy arriesgado y la escultura muy importante, como las últimas piezas, que son colgantes. La experimentación fue parte de su trayectoria, desde hace mucho, cuando comenzaron los sistemas computarizados. Tiene una trayectoria muy rica. Espero que el Estado le rinda un homenaje importante o reconocimiento, que haya una valoración de este personaje que creó y nos dio mucho, que fue una fuerza creativa para este país.
El pintor Antonio Ortiz Gritón lo reconoció como “todo un maestro. Tiene una obra enorme; junto con Lilia Carrillo (con quien estuvo casado de 1960 a 1974) fue uno de los grandes impulsores de la abstracción en México. Hizo los primeros murales de esa corriente que hubo en el país, como el del cine Diana y del deportivo Bahía. Ha sido uno de los pintores mexicanos más grandes, un referente, su sello fue la experimentación. Fue, por ejemplo, el primer pintor que utilizó las computadoras como medio de creación, en la década de 1960.
En 1968 participó con José Luis Cuevas en la elaboración de murales en Ciudad Universitaria, que luego desaparecieron. También impulsó la creación del Fonca. Siempre estuvo pintando, pero no se mantenía al margen de la política en México. Su muerte es una gran pérdida. Hay que brindarle un enorme aplauso a nuestro gran y querido maestro Manuel Felguérez.
Marisa Lara y Arturo Guerrero, artistas visuales, lo reconocieron como “ser humano de luz, gran creador, siempre abierto al diálogo y atento a las diversas búsquedas de los artistas más jóvenes.
Nos deja su mirada aguda e inteligente, su cálida sonrisa, que fácilmente explotaba en carcajadas, su generosidad cultural, su infatigable labor artística, su inquietud insaciable por descubrir nuevos horizontes, por resolver serios retos con complejos materiales de trabajo, incluso digitales, su curiosidad por descubrir geometrías sensibles, por internarse en las aguas profundas del color, volúmenes. Adiós, gran maestro, creador de nuevas realidades artísticas, de mundos sensoriales infinitos, de cosmogonías únicas e inigualables.
Javier Aranda Luna, periodista, señaló que Felguérez “fue un artista esencial y lo sigue siendo, por su adscripción a la generación de la Ruptura. A diferencia de otros compañeros de ese movimiento, él continuó la tradición del arte mural mexicano de otra manera, con otras temáticas, tenía claro que era necesario salir de los museos y de las galerías para tener contacto con la gente, algo para él muy importante, al grado de que creó el primer museo de arte abstracto en Hispanoamérica, el cual lleva su nombre y está en Zacatecas. El tiempo y la mujer fueron sus temas principales.
Me gustaría que se rescatara el archivo Manuel Felguérez, parece que va a ir a Zacatecas, porque no sólo es el acervo de un artista en solitario, sino el de una generación que interactuó mucho con sus pares pintores, pero también con escritores. Fue muy amigo de Juan García Ponce y de Jorge Ibargüengoita; entonces, tiene una interacción epistolar muy interesante que convendría se quedara en México. Es un registro importante para entender la cultura de los años 50 a los 80 del siglo pasado.
Carlos García Ponce, coordinador general de la Fundación Cultural Macay, señaló: “Fue mi amigo 70 años, un hombre realizado que cumplió su destino, cumplió todos sus sueños. En cada actividad sobresalió. Fue innovador, organizado; tremendamente fiel a sus ideas y generoso con sus amigos. Como artista queda su obra, su museo. Como ser humano, todas las personas que lo estimaron lo extrañaremos. Conocí a Manuel junto con mis hermanos, Juan y Fernando, cuando, con Jorge Ibargüengotia, formó el grupo scout 23, a principios de los años 50 del siglo pasado”.
Representante de un época
El pintor Roberto Parodi lamentó el fallecimiento de Felguérez: “Triste noticia, ya que él representa toda una época del arte abstracto y la pintura moderna en México. Dejó un legado fundamental para el arte contemporáneo, en un momento en el país en el que había muy pocas galerías y en una época en la que los artistas defendían su postura frente al movimiento del muralismo, a la que el también pintor José Luis Cuevas llamó la barrera del nopal.
“Felguérez fue un creador fundamental en esa lucha. Desgraciadamente es de una generación que nos está dejando. Con Vicente Rojo y Brian Niseen, entre otros, se reunía en los cafés en la Zona Rosa y hablaban sobre las posibilidades del arte abstracto, el cual era impensable en México, aunque ya se había introducido con los pintores Carlos Mérida y Mathias Goeritz. Pero la generación de la Ruptura formó una generación muy sólida. El mismo Felguérez contaba que el escritor Jorge Ibargüengoitia lo animó a ser pintor.
El lugar que ahora ocupa en la historia de la plástica es de mayor relevancia, ya que su pintura implica obras de gran formato, en la que prevalece la pintura abstracta, en un México en el que se desarrollaba el arte figurativo. Un día, él mismo me comentó que volvía al taller porque extrañaba el olor a aguarrás.
Antonio Luquín, pintor, evocó a Felguérez como “mi primer mentor en mi trayectoria como artista plástico. Cuando inicié mi trabajo profesional fui a su estudio con dos cuadros, para conocer su opinión. De buen agrado, aceptó recibirme y emitir su juicio. Tomando su característica pipa, a la distancia vio los cuadros, hizo a un lado uno y se quedó observando el otro, de tema urbano, y el maestro discurrió largamente sobre ese tema. Yo llevaba algunas preguntas para él: si convendría entrar a La Esmeralda, a lo que me respondió: ‘no pierdas tu tiempo, no ingreses a la Academia, tú ya eres pintor, lo que necesitas es seguir pintando’. Eso me dio el empujón. Cuando alguien se encuentra con un pintor como él, uno va a lo seguro. Felguérez es una de las columnas fundamentales del arte mexicano del siglo XX, su obra va a permanecer”.