Viernes 12 de junio de 2020, p. 5
París. El jazzman y su único espectador están frente a frente en una sala parisina, con cinco metros de distancia entre ellos. Tras un breve intercambio verbal, el sonido del saxofón irrumpe como una liberación, después de meses sin música en directo por el Covid-19.
Desde el 2 de junio, la sala de jazz La Gare, en el noreste de París, organiza cada noche un centenar de recitales en solo para espectadores solos
, de unos cinco minutos, entre un artista que sufre porque no da desde hace dos meses y un espectador que no recibe
, explica Julien de Casabianca, cofundador del lugar en 2017.
Primero hay que inscribirse y esperar, mientras se anuncian los nombres en la lista.
Llegado el momento, la puerta se cierra detrás del espectador, que se encuentra en una sala de usos múltiples oscura, salvo por la luz de dos lámparas al fondo que confiere un ambiente intimista.
Hola. ¿Cómo te llamas?
, pregunta el músico. El melómano, sentado en una silla, se presenta y el concierto empieza.
Durante la experiencia, algunos espectadores sonríen, embelesados. Otros observan con atención, concentrados. Algunos miran a su pareja, a su amigo o a un miembro de su familia, puesto que ambos forman una sola entidad
y pueden asistir juntos al concierto.
La gente viene a liberarse, a abrir sus corazones. En esta configuración no hay separación entre tú y el público
, explica el saxofonista Benoît Crauste, uno de los dos músicos en el cartel del miércoles en La Gare.
Volver a tocar, para mí es una liberación
, asegura el otro músico de la velada, el saxofonista Gaël Horellou.
A la salida, los espectadores están maravillados. En la gran terraza de esta antigua estación de tren salen a tomar aire, cerveza en mano.
Nos estaba mirando y creo que lo que tocó fue sólo para nosotros. Es como un chef que prepara un plato sólo para ti
, afirma Alizée Jarycki, de 30 años, quien asistió al concierto con su compañero.
En términos económicos, por ahora es una catástrofe
, admite De Casabianca. Sin embargo, se congratula del resultado artístico. Hay una radicalidad en decir que no volveremos a hacer conciertos si no hay una intensidad en la comunión
, asegura.