Martes 23 de junio de 2020, p. 4
Berlín. La española Cristina Gómez Godoy, oboísta de la Staatskapelle de Berlín, una de las orquestas clásicas de la capital alemana, mira nerviosa el escenario poco convencional en el que tocará por primera vez desde hace tres meses.
Junto con cuatro músicos, la artista ofrece un concierto en el patio de un edificio de Berlín, cuyo único decorado es una hiedra gigante que abraza la fachada del inmueble.
En realidad estoy nerviosa
, reconoce la treintañera, quien, al igual que el resto de su orquesta y otros miles de músicos en Alemania, no ha podido ofrecer ninguna representación desde el cierre de las salas de conciertos y espectáculos en marzo a causa de la pandemia de nuevo coronavirus.
Para nosotros los músicos es un placer tocar de nuevo juntos pese a este marco reducido; creo que los espectadores también lo van a apreciar
, celebra.
El sector de la cultura debe hacer uso de su imaginación para tocar en público en medio de las restricciones impuestas por el virus.
Si bien las bibliotecas, los museos y las galerías de arte fueron autorizadas a reabrir con condiciones en abril, sigue habiendo grandes desafíos, sobre todo para teatros, salas de conciertos, óperas y cines.
Las directivas prevén, entre otras medidas, un número restringido de espectadores y una distancia física de 1.5 metros, lo que limita drásticamente la cantidad de entradas que pueden venderse. Sin mencionar el número reducido de artistas en el escenario.
A principios de mayo, la Filarmónica de Berlín ofreció un concierto con sólo 15 músicos, lo que dio una idea de cómo será el mundo cultural pospandemia.
La Deutsche Oper organizó un espectáculo en un aparcamiento y la Sinfónica de Berlín actuó arriba de un autobús de dos plantas.
El sindicato de orquestas alemanas reclama la vuelta progresiva de conciertos en todo el país. Para los músicos independientes es cuestión de supervivencia
, explica Gerald Mertens, al frente del gremio. Las orquestas más pequeñas, en particular en las iglesias, los conciertos más pequeños y al aire libre, deberían ser autorizados de nuevo lo antes posible
, según él.
Critica que en los aviones se pueden ocupar todos los asientos, mientras en las salas de conciertos sólo se autoriza una capacidad de 30 por ciento. Por el sistema de subvenciones del Estado, el sector artístico en Alemania se ve menos amenazado que en otros países.
Apoyo desigual
El gobierno alemán anunció un plan de ayuda de mil 100 millones de dólares para el sector de la cultura, especialmente para teatros y cines.
Esto muestra el valor dado a la cultura, en comparación, por ejemplo, con las ayudas de más de 9 mil millones de dólares para una compañía aérea
, se indigna el responsable de cultura en el ayuntamiento de Berlín, Klaus Lederer. El Estado alemán rescató a Lufthansa, la mayoría de cuyos aviones se encuentran en tierra.
El patio del edificio del barrio de Charlottenburg, en el oeste de la capital, donde actúa la oboísta española, cuenta con unos pocos asientos para el público. Los afortunados son los inquilinos de las plantas superiores, que cuentan con vista panorámica, instalados en los alféizares de las ventanas con una cerveza en la mano.