Miradas inquisitivas de los habitantes del pueblo de San Andrés Totoltepec, en Tlalpan; terrenos accidentados con pronunciadas pendientes en predios grandes con cuartos individuales habitados por varias familias, donde la tierra aún está suelta; ladridos de perros agresivos y, en ocasiones, la incredulidad de las personas que aún se niegan a admitir la existencia de la enfermedad Covid-19, son algunas de las situaciones que enfrenta a diario el personal de las brigadas médicas, que ataviadas con trajes tyvek, goggles, guantes, caretas y cubrebocas intensifican las visitas domiciliarias para atender a pacientes confirmados o con sospecha del contagio.

Las doctoras Carmina Peña y Mariana Sánchez forman uno de los dos binomios médicos de la clínica de San Andrés Totoltepec, quienes recorren las viviendas del pueblo habitado por más de 28 mil 700 personas, ubicado en la parte baja de la sierra del Ajusco, que con la atención domiciliaria buscan romper las cadenas de contagio.

Del 16 de abril al 15 de junio las brigadas médicas de la clínica han realizado 148 pruebas, de las cuales 85 pacientes resultaron positivos a Covid.

La alcaldía Tlalpan ocupa el tercer lugar de casos acumulados de la enfermedad al registrar 3 mil 184 pacientes, de acuerdo con datos de la página electrónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Covid-19. Monitoreo de casos en México por municipios, detrás de Gustavo A. Madero, con 5 mil 631, y de Iztapalapa, con 7 mil 675.

La página de la UNAM del 23 de junio, ubica a Tlalpan también en tercer lugar de casos activos con 367 pacientes, es decir, detrás de Gustavo A. Madero, con 466, y de Iztapalapa, con 650; mientras en el rubro de defunciones por Covid ocupa la novena posición de las 16 alcaldías, con 230 muertes.

Carmina y Mariana relatan durante las visitas que los pobladores las observan raro, pero afortunadamente no han sido víctimas de agresiones verbales ni físicas; sin embargo, entre los pacientes aún encuentran resistencia a admitir la existencia de la enfermedad.

Entre las calles angostas y con pendientes pronunciadas es común observar que no todos los negocios establecidos, como tienditas o accesorias de bisutería, aplican las medidas sanitarias, ni en la mayoría de los puestos de los mercados sobre ruedas, al igual que algunas habitantes que caminan sin cubrebocas y sin mantener la sana distancia.

Carmina dijo que las personas se muestran renuentes a aceptar que existe la enfermedad; puede ser la cultura o creencias que hay en el pueblo, pero también a la información falsa que se publica en redes sociales, que es la que está fomentando que la población no logre crear una conciencia total de lo que está pasando.

Tres casos

La vivienda de Eduviges, de 25 años, ubicada en desnivel sobre la calle principal en un predio de tierra suelta que comparten varias familias, fue la primera de las tres visitas domiciliarias que realizaron las doctoras, antes de las cinco muestras tomadas a pacientes con sospecha de Covid en la clínica.

En la visita esperaban dar el alta médica a Eduviges, quien es trabajador de limpieza en una panadería, pero no fue posible porque la tos seca aún persiste en el joven, quien se aisló en una habitación de cuatro por tres metros cuadrados, con piso de cemento, que hasta hace 30 días funcionaba como dos recámaras, la de él y su esposa, y la de su hija de ocho años, dividida por un ropero pequeño colocado en medio de las dos camas.

Eduviges dijo extrañar los abrazos y juegos con su hija, a quien ve y platica desde la habitación a través de la ventanita del cuarto, mientras ella está en el patio de tierra.

La situación es diferente para los hermanos Miranda Contreras: José Ángel, de 22 años, y José de Jesús, de 21, ambos taekwondoínes, quienes dieron positivos a Covid hace 28 días, y tras estar aislados y recuperarrse fueron dados de alta, pero las doctoras les recomendaron mantener las medidas sanitarias.

La tercera y última vivienda que visitaron, cercana a la caseta de cobro en la carretera a Cuernavaca, fue para tomar la muestra con un hisopo que introdujeron en la nariz y otro en la garganta a Claudia, Jéssica y Martha, quienes presentan síntomas de Covid y dijeron sospechar que fueron contagiadas por familiares que viven en el pueblo vecino de San Pedro Mártir.

Antes de despedirse, las doctoras les dijeron que por medio de una llamada telefónica, en el lapso de cinco días recibirán los resultados. Al salir, ya en la calle, Carmina y Mariana se despojaron de la vestimenta de protección, que colocaron en bolsas rojas, indicativas de desechos materiales biológicos infecciosos, para evitar propagar el virus; luego, subieron a la camioneta que aún tiene la leyenda Médico en tu Casa que las llevaría de vuelta a la clínica. Desde la ventana, Claudia, Jéssica y Martha decían adiós con la mano a las brigadistas.