Sábado 27 de junio de 2020, p. a12
El largo y extraño trayecto del simio desnudo.
Esa frase, pronunciada por Bob Dylan, es la síntesis de su obra máxima: Rough and Rowdy Ways, su nuevo disco dado a conocer hace pocos días.
Es el más bello, intenso, erudito, apasionante, completo de sus 39 álbumes de estudio. Su belleza es monumental.
Hay autores que preparan su obra culminante con episodios a lo largo de su vida cada vez más hondos hasta lograr una sumatoria ardiente, calcinante, donde avientan el resto y otorgan el panorama completo: esto soy.
El viejo dilema de la autobiografía y la ficción en la literatura cobra vida aquí con mayor fuerza: Bob Dylan se refiere a sí mismo en su nueva, contundente obra. Habla en primera persona, define, subraya, refrenda.
También viejo dilema, la apariencia en el arte suele dar pie a lecturas equivocadas por apresurarse. Por eso, precisamente, hay que decirlo de una vez por todas: este disco NO es la despedida de Dylan, NO está obsesionado con la muerte, NO se va a morir pronto.
Una parte del contenido del disco ha llevado a esas lecturas locas a los críticos más agudos y experimentados. Se fueron con la finta.
Por ejemplo, en la hermosa protoégloga Key West:
I’m travelin’ light
and I’m a-slow coming home
No lo dice en el sentido en que lo dijo Leonard Cohen en su disco póstumo, porque el poeta canadiense sabía que tenía cáncer terminal. Tampoco es un disco en preparación de la muerte como sí lo hizo David Bowie en su momento. Bob Dylan, al contrario, luce radiante y poderoso a sus 79 años de edad.
Mucho menos anuncia su deceso próximo cuando canta, en la hermosa metáfora: Crossing the Rubicon:
Three miles north of purgatory
one step from the great beyond
I prayed to the cross, I kiss the girls
And I crossed the Rubicon
Es todo lo contrario a declararse a un paso del más allá
: es una celebración de la vida.
Y una confirmación de estilo: he aquí al poeta lírico que se declara enamorado, por si hubiera duda, de Calíope, la mejor de las musas, la de la poesía épica.
En la indudablemente homérica pieza Mother of Muses:
I’m falling in love with Calliope
She don’t belong to anyone,
whay not give her to me?
She’s speaking to me, spea
king with her eyes
I’ve grown so tired of chasing lies
Mother of Muses, wherever you are
I’ve already outlived my life by far
He ahí el tono épico de Homero: canta, oh, musa
al inicio de los versos de La Iliada, y en la atmósfera y estilo de las grandes obras maestras anteriores de Robert Zimmerman: A Hard Rain is A-Gonna Fall, All Along the Watchtower y otros monumentos por los que recibió hace casi cuatro años el Premio Nobel de Literatura.
He aquí al autor clásico apoyado en Dante, Shakespeare, Homero, Tucídides, Ezra Pound y en James Joyce.
Dante, en la pieza Crossing the Rubicon:
Shakespeare en My Own Version of You, con gran ironía:
Can you tell me what it
means, to be or not to be?
Y referencias budistas (en beneficio de todos los seres sintientes
), en esa misma obra:
I wanna do things for the
benefit of all mankind
Y referencias espirituales en la pieza Key West:
I played Gumbo Limbo
I know all the Hindu rituals
El nuevo disco de Bob Dylan es un ejercicio imponente de la técnica narrativa del flujo de conciencia. Sigue, luego de seguir a los poetas clásicos griegos, la obra de Virginia Woolf, William Faulkner y James Joyce, maestros del monólogo interior polifónico, también llamado flujo de conciencia.
En la entrevista que concedió a su amigo, el historiador y académico Douglas Brinkley, publicada en The New York Times este 12 de junio, Bob Dylan confirma muchas cosas que intuíamos y otras que resultaban claras luego de analizar sus obras, entre ellas, que practica la técnica literaria del monólogo interior polifónico:
Es el tipo de situación en la que acumulas versos de flujo de conciencia y después lo dejas para pulirlo todo. Es una de esas cosas que escribes por instinto, como en un estado de trance. La mayoría de mis canciones recientes son así.
Bob Dylan escribió en estado de trance su nuevo disco y nosotros escuchamos en éxtasis esta nueva obra maestra.
La pieza titulada Key West es otro ejemplo del grado de dominio de las herramientas narrativas que ostenta el maestro Robert Zimmerman.
Así como Crossing the Rubicon es una metáfora del valeroso acto de vivir, así lo es también Key West y el resto de las piezas de Maneras Ásperas y Ruidosas (Rough and Rowdy Ways).
Cruzar el Rubicón tiene connotaciones metafísicas por igual que anecdóticas. En la antigua Roma, Julio César se detuvo un instante frente al río Rubicón, lleno de dudas y temores, y a la voz de, según Suetonio, alea iacta est
(la suerte está echada), cruzó el río con lo que desató la guerra civil; según Plutarco, Julio César en realidad citó a Menandro, su dramaturgo preferido y dijo: ¡que comience el juego!
Key West también es linda metáfora en la pluma, instrumentación y voz de Bob Dylan.
Ya que dije voz, una digresión importante y regresamos a Key West: como en ningún otro disco o concierto en vivo, Dylan enuncia con claridad todas y cada una de las palabras (muy divertido su último concierto en México, cuando todos fueron a oír Blowin’ in The Wind, pero nunca se enteraron a qué hora la cantó porque sólo canturreaba, ininteligible).
En su nuevo disco, todas y cada una de las obras de Rough and Rowdy Ways se entienden claramente porque Dylan frasea, cantila, devanea, pronuncia con delicia cada uno de sus versos. Quiere ser escuchado, comprendido. Tiene mucho que decirnos.
Vamos entonces a Key West: es el punto más al sur y al oeste de Estados Unidos, es como El Dorado en el imaginario de los artistas. De hecho, en ese lugar vivieron Ernest Hemingway, Jimmy Buffett, Tennessee Williams
En su pieza titulada Key West, Bob Dylan echa a vuelo las metáforas, referencias culturales (todo el disco es una larga secuela de datos eruditos, guiños enciclopédicos, parpadeos cultísimos) y los significados y significantes.
Tan clara es la prosodia que en los primeros versos Dylan da vida a los distintos personajes, con entonaciones dignas de una ópera moderna dirigida por Bob Wilson. Ese dejo de ironía característico de Dylan saca chispas a lo largo de todo el disco, en medio de la belleza que prodiga:
Key West is under the sun,
under the radar, under the gun
You stay to the left, and then
you lean to the right
Feel the sunlight on your skin,
and the healing virtues of the wind
Key West is the land of light
Key West is the place to be
If you’re looking for inmortality
Key West is paradise divine
Key West is fine and fair
If you lost your mind, you’ll
find it there
Key West is on the horizon line
Además de la música de elevada calidad, llena de detalles (como el órgano tex mex, The Band, de ensueño), en esta pieza se nombra en primera persona, como en varias de este disco:
I was born on the wrong side
of the railroad track
Like Ginsberg, Corso and
Kerouac
Key West es la pieza final del disco 1, puesto que Rough and Rowdy Ways está dividido en dos grandes capítulos y es la segunda más larga: dura 9:34 minutos, mientras Murder Most Foul dura 16:55. Es una obra mayor, el disco entero y cada una de las piezas que la componen.
Confirma, decíamos, lo que hemos intuido y documentado cuando soltó sorpresivamente Murder Most Foul y luego I Contain Multitudes. Cada una de esas piezas ameritó un Disquero entero.
Este es el link para la reseña de Murder Most Foul: shorturl.at/cwyG9
Este es el link para la reseña de I Contain Multitudes: shorturl.at/CEHIX
Ahora, en su nuevo disco, las piezas Key West, Crossing the Rubicon, Mother of Muses, ameritan textos aparte.
Vistas y escuchadas en conjunto, cada pieza se engarza como en un mural de Rufino Tamayo.
El disco Maneras Ásperas y Ruidosas es una obra maestra monumental.
En la entrevista que publicó The New York Times, Bob Dylan responde así a su amigo, el historiador Douglas Brinkley, a su inquietud por las referencias evidentes de parte de Dylan sobre la muerte: todos los seres humanos, dijo Dylan, sin importar su fuerza ni su poder, son frágiles cuando se trata de la muerte. La vida de todos es pasajera. Y lo digo en términos generales, no de manera personal. Pienso en la muerte de la raza humana, en el largo y extraño trayecto del simio desnudo
.
Eso es el nuevo disco de Bob Dylan: el gozo desnudo.