ctitudes y respuestas han sido plurales. Ante la pandemia de Covid-19 las asociaciones religiosas de diferentes confesiones tienen explicaciones y activismo de variados talantes. Como a la sociedad en general, los colectivos religiosos debieron desarrollar objetivos sobre la marcha, dado lo inédito del flagelo y las consecuencias con que ha golpeado al orbe entero.
En cuanto a intentar explicar por qué se desató la nueva plaga, el abanico de respuestas, interpretaciones y respuestas es muy amplio. Sobran los videntes que reivindican haber advertido sobre la irrupción del mal y muestran fantasiosas evidencias que convencen a quienes previamente están dispuestos a creer en personas que, supuestamente, tienen poderes sobrenaturales. Otros y otras, particularmente en el mundo evangélico y posdenominacional, creen encontrar profecías en la Biblia que adelantaban la presencia y rápida extensión de la calamidad como consecuencia de la rebeldía del género humano.
Abundan las argumentaciones apocalípticas, de las que echan mano lectores superficiales de la última sección del Nuevo Testamento. Recordemos que el autor de Apocalipsis, Juan (distinto de quien redactó el cuarto Evangelio
), era un judeocristiano que parece haber emigrado de Palestina en los años de guerra y convulsiones de 67 a 73 dC
y probablemente se integró a círculos cristianos en Éfeso (Xabier Pikaza, Gran diccionario de la Biblia, segunda edición, Editorial Verbo Divino, 2015, p. 94). Se encontraba en la isla de Patmos, desde donde escribió las visiones que tuvo y posteriormente comunicó a las comunidades cristianas. Apocalipsis es más un mensaje para infundir esperanza en comunidades que confrontaban peligros, que un conjunto de predicciones en torno a la consumación de los tiempos.
El teólogo costarricense Juan Stam nació en Estados Unidos, pero con tantas décadas de residir en Costa Rica prefiere ser presentado como tico, es autor de un comentario monumental sobre Apocalipsis, tanto por el número de páginas como por la erudición expuesta (cuatro tomos), ha explicado detalladamente las claves para comprender fondo y forma de las últimas páginas del Nuevo Testamento. En octubre de 2002 Stam incluso tuvo una larga conversación sobre el tema con Fidel Castro. Participaba en La Habana en un encuentro sobre la Reforma protestante. Junto con pastores, fue invitado a conversar con Castro. Cuando el comandante preguntó: Ustedes que son pastores, ¿cómo entienden el Apocalipsis?
Las miradas de los invitados se dirigieron al teólogo y él tomó la palabra. Stam comenzó por aclarar que el término “no significa catástrofe, hecatombe o calamidad, sino la manifestación (el significado de apocalipsis) de esperanza en Cristo Jesús”. Después enfatizó que uno de los propósitos del escrito era llamar a la conversión y a la conciencia para seguir el ejemplo de Cristo. Concluyó llamando la atención a las fuertes críticas que Juan de Patmos lanza contra el imperio romano, sobre todo por sus injusticias económicas, su sangriento militarismo y su idolatría
(https://protestantedigital.com/sociedad/40867/La_noche_que_a_Fidel_Castro_le_predicaron_el_Evangelio).
Mientras un sector de líderes e iglesias se han dedicado a diseminar temor, incertidumbre y proferir amenazas porque la ciudadanía no sigue lo que enseñan, en otros espacios eclesiásticos los proyectos de servicio tienen repercusiones importantes. La flexibilidad de redes, sobre todo de grupos con mayor horizontalidad, menos centrados en figuras carismáticas y centralizadoras, estimula movilizaciones hormiga
que contribuyen a paliar necesidades urgentes de correligionarios pero también de la población en general. No hay forma de conocer el alcance social de estas iniciativas solidarias. Sin embargo, su existencia es señal de compromisos de fe que tienen expresiones muy concretas en tiempos en que palabras de consuelo y el respaldo con víveres y medicinas se conjugan para enfrentar menos desfavorablemente los estragos de la pandemia.
La vida litúrgica de las iglesias, la mayoritaria y las minoritarias, también ha cambiado drásticamente. Particularmente en las que los congregantes tienen intensa participación en reuniones generales y/o distintos cursos de capacitación. Facebook, Zoom y otras plataformas son usadas por agrupaciones religiosas de todo tipo para transmitir servicios de oración, cultos dominicales, talleres educativos y hasta ceremonias funerarias, por las restricciones sanitarias no es posible asistir a despedir víctimas fatales del Covid-19.
Los daños económicos igualmente alcanzan a las iglesias. Sea porque una considerable parte de la feligresía se ha quedado sin o pocos ingresos, sea debido a que, al no asistir físicamente a los templos, los aportes monetarios dejan de darse, lo cierto es que la vida de los colectivos eclesiásticos se ha trastocado y, parece, traerá transformaciones más allá de la coyuntura presente.