En camino, un agandalle familiar
uando menos en teoría, la política del agandalle no debería tener lugar en la Cuarta Transformación porque, si así fuera, el cambio por el que se votó en la elección pasada no sería más que simulación, una burla para quienes desde las urnas demandan cerrar el capítulo del abuso impune para sacar provechos políticos inconfesables.
Ahora se trata del nuevo Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, considerado como la posición más importante, luego de la secretaría, en el ámbito del trabajo, y cuyo lugar pretende ser ocupado por un soldado del organismo de poder que teje la familia Alcalde-Luján.
En la cúspide y como la mayor representante tienen a la secretaria Luisa María, hija del binomio, y desde luego al subsecretario, Alfredo Domínguez Marrufo, quien está dispuesto a abandonar su trabajo actual para expandir la fuerza y el control que ejercen sobre los conflictos laborales.
El asunto no es menor y muy en breve, obligado en buena parte por el tema de la pandemia, el conflicto laboral habrá de tomar un lugar preponderante en la conflictiva nacional, y del buen juicio en la dependencia, es decir, en la Secretaría del Trabajo, dependerá en buena parte el rumbo económico del país.
Pero por si alguien duda del lado por el que masca la iguana, es necesario explicar que el binomio tiene, por si le falla Domínguez Marrufo, a María Estela Ríos González, producto del grupo de Abogados Democráticos
y gente muy cercana a Bertha Luján, esposa de Arturo Alcalde Justiniani, la mano que mece la cuna en la Secretaría del Trabajo.
Frente a ese par de propuestas palidece la que en un caso fortuito podría llevar a Rafael Chong –quien ahora trabaja en la protección de riesgo sanitario–, al centro del que ya hemos hablado y que será de mayor importancia.
Y si todo esto no fuera poco, por añadidura la mano de Ricardo Monreal –el chucho de Morena–, como es su costumbre, se ha subido al carro binomio y busca que antes de que termine el mes, y con sus métodos, uno de los candidatos del agandalle se convierta en el nuevo jefe del centro de conciliación que tendría como fin, si les sale bien la jugada, ejercer una fuerza desde donde la justicia laboral sólo tendrá un rumbo: el que dicte el binomio.
De pasadita
Las reformas de ley que en términos de arrendamiento amenazaron convertir a la ciudad en un andrajo se han echado a un lado, pero no se han olvidado, es decir, están atarantadas, pero no muertas, lo que las convierte en un instrumento vivo y peligroso.
La buena cabeza del diputado Eduardo Santillán, de Morena, logró los argumentos necesarios para hacer entender –cosa difícil– a la diputada Batres que la propuesta que pretendía era un suicidio para la ciudad en las circunstancias actuales.
Pero, sobre todo, parecía que lo que se buscaba era tratar de sabotear el proyecto de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, que busca dotar de vivienda propia a la gente con menos recursos mediante un programa que se asentará en el norte de la ciudad, sobre la avenida Reforma.
Y tal vez eso era lo que se buscaba. Más tarde que temprano veremos, en los momentos de los acomodos políticos, hasta dónde llegan las ambiciones de los Batres en la ciudad, y en ese momento podremos ver con claridad el porqué se pretendía una ley como la que buscaba la diputada, también de Morena, que, insistiremos, aún hoy, aunque esté en el congelador, sigue siendo una amenaza. Hay que tener cuidado.