a crisis económica ya tocó fondo”, afirmó el gobierno a principios de junio; lo mismo aseguró otra vez al empezar julio. Mientras tanto, el Inegi, en las condiciones adversas de la pandemia, produce indicadores relevantes que dan cuenta de la severidad inocultable de la crisis en materia económica y social.
Este no debería ser un tema de controversia, sobre todo en una crisis de la magnitud que existe hoy en el país. Habría que plantearlo con sustento en las evidencias y actuar todos en consecuencia.
No se puede apelar a conjuntos distintos de datos para afirmar una cuestión empírica, como la relativa a la crisis de la actividad económica, al modo en que se expresa entre distintos grupos de la sociedad y diversas partes del territorio. La composición de la profunda caída del producto, el empleo y la ocupación marcará la forma, el contenido y el tiempo de una eventual recuperación. Será desigual y larga. Eso es inevitable.
El término fondo
tiene 32 distintas acepciones en el Diccionario de la Lengua Española. De ellos, dos son especialmente oportunos en este caso. Uno se refiere a una hondura: la profundidad de una cosa; otra: al caudal o conjunto de bienes que posee una persona o comunidad.
La crisis, en efecto, ha provocado una severa hondura en el producto generado, en empleos, ingresos y patrimonio de las familias. De igual manera, el caudal de los recursos y bienes que poseen familias y comunidad ha resentido una merma enorme.
La capacidad de resiliencia social pasa por una dura prueba. Esto no es un asunto de creencias y exaltaciones sobre las virtudes de la sociedad, que las tiene (también vicios); es, en cambio, una cuestión con un gran componente material. La gente se está empobreciendo y ése es el asunto sobre el que hay que apuntar las baterías.
El hecho de que algunas actividades económicas se hayan reanudado sólo de modo limitado, el hecho de que los trabajos informales, que conforman la parte sustancial de cómo se mantiene la mayoría de la gente, se hayan restaurado a una escala muy inferior y por razones eminentemente de necesidad vital que previene estar confinados, no sostiene la afirmación de que se ha tocado fondo en la crisis.
A esto hay que añadir la evolución de la pandemia, la alta persistencia de los contagios y las muertes y las decisiones de los gobiernos estatales y municipales de cerrar de nuevo la actividad económica. La inmunidad de rebaño, si es lo que está esperando el gobierno, no es solución. Hay que ver lo que está ocurriendo en muchas partes del mundo con el rebrote de contagios por la prematura apertura de la economía y la politización de un asunto tan trivial como usar cubrebocas.
El secretario Herrera, de Hacienda, dijo hace días que aplicar programas de estímulos a empresas, supongo que incluye también ayudas a desempleados, significaría incurrir en pagos, sólo por intereses, que obligarían al gobierno federal a cancelar los programas sociales prioritarios. Lo que está expresando es que el fisco no tiene fondos suficientes y que repudia toda contratación de deuda en esta emergencia. Fondos sí hay para otros proyectos, y queda así explícita la preferencia política por su destino. Es un gobierno empobrecido en el fondo.
La noción de tocar fondo en materia económica en el marco de esta crisis es extremadamente complicada y sensible. ¿Qué significa tocar fondo si se consideran los negocios pequeños y medianos que ya no existen y que, según el IMSS, son un gran número? Negocios que han mermado el patrimonio de familias o lo han acabado, y con ello su capacidad de reproducción económica.
¿Qué significa tocar fondo para los millones de desempleados y desocupados que deberán conseguir un nuevo trabajo y forma de sustento en condiciones muy duras y que entretanto se están empobreciendo? Y eso, mientras se discuten cuestiones políticas que son ajenas a sus condiciones y necesidades perentorias.
¿Qué significa tocar fondo para los millones de mujeres de este país que son autoempleadas, que tienen negocios frágiles aun cuando las condiciones económicas son más o menos favorables. Negocios que hoy son muy difíciles o de plano imposibles de sostener, con poco o nada para invertir en ellos y muchos que han cerrado ya. De esas ocupaciones precarias se mantenían muchísimas familias.
Tocar fondo no es un concepto mecánico asociado con la ley de la gravedad. Es un fenómeno social grave y delicado que exige una visión muy distinta a la que prevalece hoy en México. Es un asunto que tenderá a quedar desdibujado en los números y en las explicaciones en los que finalmente se quiera y se pueda sostener una versión políticamente útil y conveniente de la pandemia, de la gestión para enfrentarla en términos sanitarios y en cuanto a sus repercusiones económicas y sociales.
En las cuestiones sociales, la narrativa cuenta muchas veces más que la información fidedigna y las evidencias pragmáticas. Esa narrativa ya está en curso e irá mutando, pero el impacto adverso de la crisis económica será muy real, muy desigual y muy duradero.