Aunque llegó para quedarse y ayuda a compartir espectáculos, pende de un hilo y el riesgo es alto, explica Carlos Alejandro Rosanoff
Viernes 31 de julio de 2020, p. 6
Desde una habitación, una bodega, una sala o cualquier lugar, se puede realizar una transmisión de streaming. A veces es suficiente con tener un teléfono celular y, en otros casos, un equipo más avanzado para reproducir la experiencia de un concierto o un espectáculo.
En meses recientes, esta herramienta ha sido una alternativa útil, ante el cese y cancelación de actividades debido al Covid-19 y se ha convertido en cobijo, así como en una forma de reactivar a la industria del entretenimiento alrededor del mundo, ya sea con la transmisión de actos grabados o en vivo.
El streaming llegó para quedarse y es una forma de compartir un espectáculo de forma gratuita o pagada, de cualquier artista o disciplina. Se recurre a medios tecnológicos de distintos niveles; es decir, hay unos muy básicos, como el que puede hacer un músico desde la sala de su casa con un teléfono celular hasta algo mucho más complejo
, explicó Carlos Alejandro Rosanoff, director general de Productora de Espectáculos y Eventos Especiales (Prees).
Sin embargo, esta modalidad no es nueva; es un modelo que se venía manejando, sobre todo en el ámbito empresarial, en el tema del turismo de convenciones y actos especiales, en los que se realizaban videoconferencias o actividades presenciales con conferencistas que estuvieran en algún otro lugar
del orbe.
En realidad, esta idea de “utilizar las comunicaciones para transmitir una experiencia de un lugar a otro, se remite a los dos conciertos de Live Aid –con la memorable presentación de Queen– cuando se buscó la simultaneidad en la transmisión”.
Esta modalidad tampoco es sencilla, porque hay circunstancias que pueden complicar una transmisión. “El tema del streaming no sólo es la salida, porque podemos tener un Internet con capacidad con un ancho de banda muy alto, pero dependemos del servidor, del proveedor de telecomunicaciones o hasta del cable de una cámara; es una actividad que pende de un hilo y el riesgo es alto”.
En el caso de las transmisiones grabadas, se puede volver a grabar la voz, ajustar las tomas de cámaras, se corrigen cosas que salieron mal; mientras en en vivo es 1, 2, 3... vámonos al aire; como el que hicimos con Los Amantes de Lola, que fue un concierto en tiempo real
.
Muy parecido a la televisión
Rosanoff detalló: Realmente esto es muy parecido a la televisión, la cual tiene toda una estructura detrás, como realizadores, productores, guionistas, jefe de piso, etcétera. En este desarrollo musical nuevo sí tenemos un director de cámaras, pero no sabemos qué pasará o cómo va a reaccionar el artista, esto es imprevisible; no es lo mismo lo que vive y siente al presentarse frente a una cámara y en un foro sin público. Esto es un reto para el talento, así como para el aspecto técnico
.
También existen otras limitantes como “el presupuesto, porque en México el streaming no ha sido un producto de consumo, y actualmente muy pocos son los casos de éxito; además, hay otro aspecto relacionado con los impuestos a la Sociedad de Autores y Compositores, debido a que se hace un cargo adicional por la explotación de una plataforma nueva”.
Asimismo, indicó, es necesario “ofrecer streamings de mejor calidad para que la gente se anime a pagar un espectáculo; además, se requiere una especie de cartelera que aglutine y difunda la programación que se está generando” en este formato.
Hasta ahora, la publicidad de estos actos sólo se realiza pagando en Facebook o en YouTube, porque el presupuesto no da para pagar anuncios en vallas, en camiones y menos en un espectacular, pues nuestras taquillas son chiquitas; en realidad se pierde 75 por ciento de la captación de dinero, en comparación, por ejemplo, de un concierto en vivo donde una familia puede comprar hasta cuatro boletos
.
Un muestreo, destacó, arrojó que “de 100 personas, sólo entre 20 y 30 por ciento acude a conciertos, y el resto lo tenemos ahí; mucha gente nos han dicho que es feliz de ver un espectáculo desde la sala de su casa, acompañada por la familia, viendo al artista de su preferencia; además con el streaming –aseguran– no pasan frío, no deben trasladarse o buscar estacionamiento; es decir, es un contraste que muchos prefieren a la experiencia en vivo”.
Carlos Alejandro Rosanoff aseguró que la crisis de la industria musical es real. Antes de la pandemia, precisó, el ámbito de la productora había sido el de los espectáculos en espacios abiertos y multitudinarios, como la Semana de las Juventudes, en el Zócalo capitalino y otros tantos en el Auditorio Nacional, el teatro Metropólitan o la Arena Ciudad de México.
“Nadie estaba preparado para esta situación; ni artistas ni productores, ni disqueras ni manágers; ahora es nuestra nueva realidad y hay que hacerlo bien para que la gente recupere la credibilidad en los streamings. Es necesario captar ese 62 por ciento que está en favor de estos formatos”.
Ahora, en una bodega, ubicada en la zona industrial de Vallejo, Prees ofrece tras 18 de años de experiencia en la producción de espectáculos y eventos, dos foros, desde donde se realizan streaming; además de sala de ensayos equipados con distintos modelos de operación y posibilidades de montaje.
Hacemos conciertos, convenciones, conferencias de prensa, lanzamiento de discos, maratones y todo tipo de actos culturales, deportivos, políticos y sociales
, los cuales ahora están en pausa, mientras los streamings se han vuelto eje para reactivar la industria de la música.