Sábado 1º de agosto de 2020, p. a12
Oumou Sangare tiene nuevo disco. Se titula Acoustic y es un regreso a las raíces: el noble y simple acto de sentarse a contar historias alrededor de la fogata. Con diferencia notable: ella canta en defensa de los derechos de la mujer y lo hace de pie.
El Disquero ha seguido su brillante trayectoria desde que Mary Fahrquarson y Eduardo Llerenas la trajeron a México en 1999, para inaugurar la versión de ese entonces del Festival Internacional Cervantino, y luego cantó en el Zócalo de la Ciudad de México; regresó en 2004 y otra vez, la última en 2012, también al Cervantino.
A ellos, artífices de Discos Corasón, debemos el conocimiento del arte de esta mujer imponente. Ellos, Mary y Eduardo, trajeron con ella su disco Worotan, cuyo significado explicó así el sabio senegalés avecindado en México Ery Camara:
“Worotan (10 nueces de kola), título de este disco, es símbolo de paz, concordia y reconciliación pero, lo es también de alianzas, pactos y compromisos en la mayoría de las etnias del África subsahariana. Repartidas en ofrendas, o como cortesía, estas nueces permiten comulgar y bendecir los lazos matrimoniales, los bautizos y las despedidas. La mayoría de las consultas a alguna autoridad se hace ofreciendo primero, nueces de kola. Sirven las 10 nueces para aplacar las consecuencias del divorcio y reafirmar la confianza y la amistad. La kola es símbolo de esperanza y de fe para el hombre de principios. La nuez es la figura de una pareja armoniosa hecha fruta para excitar la mente. Diez nueces de kola entonces, son la recreación de los 20 seres primigenios que recuerdan la obra divina. De estos seres de los que provenimos se origina la palabra creativa, la palabra empeñada que cantan los juglares como Oumou Sangare”.
La palabra de Oumou Sangare es sagrada en cuanto portavoz de su cultura milenaria y lo es más porque transgrede el orden establecido: lucha contra la poligamia, la mutilación sexual, la falta de respeto a las mujeres en África y en todo el mundo.
Su llegada a México expandió esa ola: se convirtió en símbolo de la lucha por los derechos femeninos aquí, a la que se sumó.
Canta también al placer de los sentidos, clama por un mundo mejor, por una sociedad democrática, por la unificación de los humanos.
Su nuevo disco, Acoustic, es una caricia y una denuncia.
Nos acaricia con el candor de su canto y refrenda sus demandas femeninas.
Recomiendo revisar, antes de disfrutar este disco en Spotify o en otras aplicaciones disponibles, las obras anteriores de Oumou Sangare, por varias razones: en primer lugar, porque el nuevo disco es una revisitación del anterior, Mogoya, grabado en 2017, y representa el punto más elaborado de desarrollo de su música.
Volver a escuchar los discos de Oumou Sangare provee de encanto, mayor conocimiento y acercamiento a su nueva obra.
Discos Corasón tiene su página web y en ella la parte más importante de la discografía de Oumou Sangare: el mencionado álbum Worotan, en colaboración con Nick Gold, fundador de World Circuit, hermana de Discos CoraSón, además de otras grabaciones fundamentales de Umu.
Recomiendo re-escuchar Seya, de 2009, y, por supuesto, Mogoya, de hace dos años. Acoustic es ese disco, Mogoya, sin la parafernalia, sofisticación y adiciones tecnológicas: instrumentos africanos con instrumentos propios del rock y del jazz. Mismo repertorio, diferentes discos.
Acoustic, en cambio, es música de cámara. Solamente seis intérpretes: Oumou Sangare, sus dos extraordinarias cantantes Emma Lamadji y Kandy Guira; el fabuloso Gimba Kouyaté haciendo sonar como kora una simple guitarra acústica; el gran maestro del kamele ngoni: Brahima Diakité, y el maestro Vincent Taurelle en celesta y órgano de juguete. Celestial.
Circula en YouTube un video de la grabación de la pieza Saa Magni, track cinco de este disco, Acoustic, donde vemos la imponente presencia de Oumou Sangare en primer plano, sus dos cantantes y sus tres músicos. Embrujan.
Ritmo lento, nos mece cual hamaca; ellas cierran los ojos al cantar, y los músicos cimbran el firmamento con un sonido salido de algún sueño.
En todo el disco permea el ngoni, ese instrumento arcaico de cuerda africano, sobre la alfombra que le tiende la guitarra acústica y todo se corona con sonidos de campanas de cristal: el órgano de juguete.
Vale la pena una breve digresión: el uso de instrumentos musicales de juguete es un apartado gigantesco en la historia de la música. Atinó usted, hermosa lectora, amable lector: la Sinfonía de los Juguetes de Leopold Mozart es el ejemplo por antonomasia.
Agrego y sugiero la escucha de los discos con música para pianos de juguete que escribió John Cage (1912-1992), ese gran revolucionario. Es fascinante. No se trata solamente del divertimento para consentir al hijo (Leopold a su hijo Wolfgang Amadeus), John Cage integra los pianos de juguete como un instrumento para crear nuevos territorios, música nueva. Fin de la digresión.
Continuamos con el nuevo disco de Oumou Sangare: el órgano de juguete se alterna con la celesta, ese instrumento cuyo nombre lo indica, es celestial y todo el conjunto de sonidos: los cuatro instrumentos y las voces de las tres cantantes, conforman un entramado de ensueño. Una ensoñación.
Es tan imponente la música de Oumou Sangare que, desde que llegó a México, hace 21 años, nadie entiende lo que canta pero todos saben lo que dice.
El voz a voz descifra los contenidos de su voz.
Ella misma en entrevista (aquí, en La Jornada, la entrevistamos en distintas ocasiones) ha difundido sus verdades y éstas vuelan como el viento: los derechos de las mujeres, la exigencia de respeto.
Nadie necesita que le expliquen lo que canta Oumou Sangare cuando canta su pieza consentida: Diaraby nene, que escribió en 1990 y donde nos comparte de cuando se enamoró, a los 15 años de edad, y nos transmite lo que sintió. Diaraby nene significa escalofríos
. El espasmo, el estremecimiento del cuerpo en el acto del amor.
Diaraby nene es el track tres del nuevo disco de Oumou Sangare. En las otras piezas añade los temas de la muerte y la vida, junto con su llamado democrático, y un homenaje a su madre, Aminata Diakité, quien, al igual que su abuela, Nountélé Diakité, fueron grandes juglares y heredaron a Oumou la responsabilidad de emitir el mensaje terrenal y divino de la música bamana.
Nos explica el maestro Ery Camara:
El canto femenino bamana conocido como Tyéwodo y el Bari es un movimiento que aceleró la liberación de las mujeres malienses en todos los periodos. No se contenta con denunciar, sino que siembra una contestación que a menudo surte efectos concientizadores. Pero es obvio que tomará tiempo para borrar las costumbres fosilizadas que frenan la emancipación que requieren las sociedades desestabilizadas por las injusticias y las arbitrariedades acumuladas
.
La herencia femenina de Oumou Sangaré transmitida por su madre y su abuela, es patrimonio bamana. Los bamana, nos explica Ery Camara, se designan a sí mismos como el refugio de la sabiduría
. Bamana es bamanakan, es decir, la lengua en que canta el grupo étnico de Oumou Sangare y que los colonizadores redujeron a bambara.
Tiene nuevamente la voz el erudito Ery Camara, nuestro mayor:
Oumou canta el amor, dedica sus reverencias a tradiciones ancestrales con una sonrisa sonora que llena nuestro cuerpo de estremecimientos y latidos contagiosos. Sentir y bailar la música de Oumou va más allá de nuestros pasos, es responder a un llamado que libera tanto al hombre como a la mujer. Hay que reconocer que los tiempos han cambiado, cualquier tradición que no se ajuste ante los reclamos y las desaprobaciones es una dictadura que lacera las posibilidades de bienestar. Hoy, en Oumou se escucha la voz de las mujeres africanas y la de todas las mujeres del mundo, decididas y unidas para defender sus libertades. El éxito de la cantante y su conjunto en el ámbito local y global se incrementa más porque motiva y anima una emancipación y una solidaridad
.
Toda esa gran tradición cultural, todo el tesoro del conocimiento ancestral, toda la lucha, toda la epopeya de Oumou Sangare, está presente en su nuevo disco, Acoustic, que recomiendo escuchen y se dejen hamacar por ella.
Amamos tanto a Umu.