Como para todos, este 2020 tuvo un vuelco absurdo en la vida de la campeona mundial Yesenia Gómez. La mexicana pensaba debutar en Estados Unidos y defender su cinturón minimosca del Consejo Mundial de Boxeo. Un paso importante, pues en aquel país ocurría una especie de efervescencia en el pugilismo de mujeres. Pero la pandemia saboteó cualquier plan por firme que pareciera antes.

Lo tenía muy claro, ir a EU es entrar a mejores carteleras y sueldos. Ahora, después de la pandemia, si acaso consigo una pelea en lo que resta del año, me sentiré afortunada, señala.

Meses de inactividad en cualquier acto público colocó al negocio del boxeo en una situación inédita, con pocas funciones y sin público. El panorama entonces es un mercado laboral restringido y con severas consecuencias económicas por la pausa temporal, además de un gremio enorme necesitado de trabajo.

Yo soy la campeona, eso parecería darme una posición afortunada, considera Yesenia, pero somos un gremio muy grande y salvo las superestrellas, aquí todas y todos los que nos dedicamos a este oficio estamos en una situación preocupante. Yo voy a cumplir un año sin pelear.

En el regreso del boxeo en Estados Unidos, impulsado por las promotoras más poderosas, cobró relieve hace unas semanas la contienda de la estadunidense Seniesa Estrada, pugilista apoyada por la empresa Golden Boy, quien noqueó en siete segundos a Miranda Adkins. Ahí surgió el nombre de la campeona mexicana como una posible rival.

Es una pelea que ambas queremos, cuenta Yesenia; ella, porque tengo el campeonato mundial del CMB; yo, porque sería una contienda que me daría buena proyección. Pero en esto todo dependerá de las decisiones de las promotoras, no de lo que deseamos los que subimos al cuadrilátero.