Panistas y neonazis // De tertulias, conversatorios y platicatorios // Convocatoria a Gertz Manero
e dice Salvador Flores, aguerrido miembro de la multitud: reí muchísimo con tu comparación entre la pudibunda, inocente, ingenua, candorosa Alba Zeferina y los sepulcros blanqueados de los panistas legisladores
. (Digo yo, es que son del PAN, blanco. Mediocre gracejo, pero pior es nada). Agrega Salvador: “además no diste ni siquiera un dato o una pista que nos permitiera identificar a cualquiera de los santones con fuero a los que, como ya lo dijiste antes, les fue mucho mejor que a la generosa Zeferina. Ya estás igual que el señor L”. Esto sí que caló y provocó esta inmediata respuesta. En 2013, la columneta denunció el surgimiento de la organización juvenil panista neonazi llamada Movimiento Nacionalista Mexicano, y dio el nombre de su líder, Juan Barrera Espinosa, quien definió dentro de sus principios fundacionales la defensa de la religión católica cristiana, de la familia tradicional y la guerra sin tregua contra los enemigos: sionitas y homosexuales. En abril 20, celebraron el aniversario 125 del natalicio del Führer, Adolfo Hitler, portando uniformes, banderines, brazaletes y el puño derecho en alto.
Cuando un grupo de devotos cristianos, fieles esposos y ejemplares padres de familia, todos ellos aguerridos militantes de las huestes del ejército de Cristo y, por supuesto, de Dios Padre (CEO del holding celestial conocido como la Santísima Trinidad), decidieron festejar con sano alborozo y espíritu ecuménico el final de una gran tenida (no sólo los masones tienen tenidas), en la que definieron sus estrategias para hacer del Congreso de la Unión un bastión inexpugnable de sus creencias, tradiciones y costumbres: probidad, honestidad, fidelidad que eran (decían, juraban) las normas de su conducta no sólo privada, sino pública. Envueltos en esas sacrosantas banderas se dirigieron al restaurante La Bodeguita del Medio, réplica del afamadísimo sitio en La Habana. Allí juraron que los próximos festejos de los triunfos que estaban a la vista se celebrarían en La Habana, en el afamado rinconcito romántico y bohemio original, porque para entonces el comunismo castrista habría sido borrado de la isla y la solitaria estrella de la actual bandera cubana estaría agregada a las 50 que hoy se agrupan entre las barras de la enseña estadunidense.
Y viene el primer nominado: el hiperquinético fósforo que, desde entonces, hacía esfuerzos inauditos por granjear voluntades para lo que más adelante, estaba seguro, habría de llegar: el reconocimiento partidario, primero y nacional después. (¿Unánime? A veces lo pensaba así, ¡dejen que las masas me oigan hablar y verán que, igual que los niños y los ratoncitos de Hamelin, los ciudadanos irán en multitudes a las casillas para ungirme! Sí, por supuesto: soy Ricardo Anaya, ventrílocuo de mí mismo). ¿Nombres de los panistas que fueron víctimas del condonavirus
de la concupiscencia en Villa Balboa, Sodoma de Puerto Vallarta? Jorge Iván Villalobos, Mauricio Fernández, Zapata Perogordo, Jorge Luis Preciado y el cabildero Edelmiro Sánchez Hernández, aprehendido por transportar 87 kilos de marihuana y estar involucrado en el crimen del diputado local Hernán Belden. ¿Cumplido el reclamo de nombres, don Salvador?
El pasado miércoles se llevó a cabo un platicatorio (antes eran tertulias y ahora están de moda los conversatorios, ¿por qué estas conversas a la distancia, versión contemporánea de la inolvidable melodía que César Portillo de la Luz escribió a sus 24 años, Contigo en la distancia, no pueden ser llamadas platicatorios? A menos que el maestro Vicente Garrido inspire a ciertos gobernadores (quizá los de Jalisco, Baja California, Guanajuato y Nuevo León) y que, con su talante característico, oyen a sus ciudadanos, pero no los escuchan y, al contrario, los hacen víctimas de un retobo musical: “no me platiquen más, que pudo suceder antes de conocernos…”
Pues el platicatorio que, para evitar ser rimbombante, no calificaré de inédito, insólito o inusitado, sino simplemente de inusual, se realizó a convocatoria que El Colegio de México le formuló al doctor Alejandro Gertz Manero, académico distinguido y hoy responsable de uno de los encargos o responsabilidades de mayor trascendencia no sólo para el gobierno de la 4T, sino para la preservación y vigencia del Estado mexicano, que vive una etapa preñada de larvarias amenazas, conjuras, complots (me gustaría decir complotes). La dirección de la FGR yo no la aceptaría, así me juraran que después podría aspirar a la presidencia municipal de Saltillo. El ejercicio que llevaron a cabo El Colegio de México y la Fiscalía debe ser replicado por cada una de las disciplinas de investigación y estudio de esta institución y las dependencias vitales del Gobierno de la República. La próxima columneta presentará su opinión sobre los puntos más controversiales del pasado platicatorio: la extradición del señor L y las diferencias de trato entre éste y la señora Robles. Tomaremos muy en cuenta las opiniones de don Epigmenio, abogado defensor y de la propia reclusa. Los alegatos serán abiertos, como la ley ordena para el juicio de a de veras. El veredicto libre y personal, sólo a la multitud corresponden.
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