n la semana previa a la primera manifestación en España contra el uso obligatorio de la mascarilla en la vía pública, y de otras medidas adoptadas por el gobierno socialdemócrata de Pedro Sánchez para tratar de contener la propagación del Covid-19, Miguel Bosé transmitió en su cuenta de Twitter: ¡Nos quieren matar!
… ¡que nos dejen vivir!
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Un día después, en Buenos Aires, la coalición derechista Juntos por el Cambio (macrista), convocó a una concentración anticuarentena frente al Obelisco. Entre los numerosos comentarios sobresalió el de una señora de 91 años: Ojalá tengamos vacuna, pero no una que te impongan. Quiero elegir. Si me guío por lo que dicen, está en manos de corruptos. Quiero elegir la vacuna que me puedo poner
.
En el uno y otro caso… ¿miedo, ignorancia o ambas cosas a la vez? Se supone que Bosé es un hombre ilustrado, aunque en sus declaraciones haya venido alertando contra “…el dominio global propiciado por la ‘Alianza Mundial para la Inmunización y la Vacunación’ –sic–)”, y oponiéndose a la vacuna, el gobierno mundial 5G
(sic), y la alianza España-Bill Gates
(sic).
Si mal no recuerdo, el uruguayo Juan Carlos Onetti decía que le bastaba recorrer las páginas de un periódico, para concluir que la estupidez humana era inmortal. Bien. Pero ahora, varias vacunas vienen en camino, y tras cinco meses de confinamiento el mundo real sonríe. Mientras que el delirante, totalmente aislado, murmura, intriga y difunde boludeces en las redes antisociales.
Buen récord de la ciencia, en comparación con las consecuencias de la peste negra o peste bubónica que en el siglo XIV diezmó la población europea, junto con el consecuente impacto emocional que terminó reformulando las formas de sentir la religión, y las cosas de la sociedad.
Con todo, la eventual desaparición del Covid-19 difícilmente podrá evitar las enseñanzas que el virus ha instalado en el imaginario popular. En primer lugar, la innegable evidencia de que sólo el Estado (y una fuerte voluntad política), garantizan la lucha eficaz contra la pandemia.
En Argentina, tras asumir los costos de la tierra arrasada
legada por el gobierno neoliberal de Mauricio Macri, el presidente Alberto Fernández (AF) frenó la espiral inflacionaria, y estableció políticas con fines redistributivos: aumentos de sueldo, prohibiciones de despidos, moratorias fiscales, regulaciones en el sistema bancario.
Para los analistas de Página 12 Delfina Rossi y Juan Ignacio Campos, la pandemia del Covid-19 ha movilizado alternativas como el impuesto a las grandes fortunas, el ingreso básico universal, y la necesidad de aceitar los mecanismos del estado regulador y de la justicia: Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), programa de asistencia al trabajo y la producción (ATP), otorgamiento de créditos bancarios a tasas reales negativas, refuerzo del sistema de salud.
No obstante, los miedos y la ignorancia continúan siendo el caldo ideal de los “ anticuarentenxs” y “ terraplanerxs”, manipulados por la extrema derecha.
Los primeros hablan de infectadura
, o dictadura de los infectólogos. Básicamente, el supuesto avance de un eventual gobierno mundial
liderado por Bill & Melinda Gates (y que incluye la vacuna con un chip para controlarnos), y el sionismo internacional
. Que estarían representados por el filántropo, especulador y magnate George Soros, dueño de la fundación, Open Society
.
El proyecto “ argenmex” para producir la vacuna contra el Covid-19 fue presentado por ambas naciones en la reunión de ministros de la Celac. Y el desarrollo estará a cargo de la Universidad de Oxford, el laboratorio AstraZeneca (la segunda mayor farmacéutica de Gran Bretaña, que lleva muchos años de operaciones en Argentina), en un convenio de colaboración con la Fundación Slim que pemitirá la manufactura de un mínimo de 150 millones de dosis para América Latina.
Las empresas que participan de ambas naciones son Grupo Insud y Laboratorio Liomont. La sustancia activa será hecha en Argentina, la cual se exportará a México para su envasado, terminado, distribución y exportación al resto de la región.
Me quedé pensando en la señora anticuarentena de Buenos Aires. A diferencia de Miguel Bosé ella sí quiere ponerse una vacuna. Claro, siempre y cuando pueda elegir
. Una vacuna (primero Dios), que no haya sido producida por gobiernos populistas
y totalitarios
como los de Argentina y México.
Del rockero León Giecco:
es un monstruo grande y pisa fuerte / toda la inmensa inocencia de la gente
.