Veneno para los enemigos
l veneno como arma para matar a los enemigos data de hace muchos siglos y ha sido utilizado por los sistemas de espionaje, los personajes más siniestros de la historia y por grupos humanos para su defensa. Para hacerlo también hay expertos. Hasta Leonardo da Vinci propuso que para acabar con los barcos enemigos se mezclara en un recipiente sulfuro, arsénico y verdigris. Los humos de esa mezcla asfixiarían a todos los marineros.
Paracelso, médico y botánico del Renacimiento, padre de la toxicología, sentenció: Todo es veneno; hay veneno en todo
. Pero el peligro está en la dosificación. Ahora los sistemas se han perfeccionado y en ello los agentes de seguridad al servicio de Vladimir Putin, nuevo zar de Rusia, son maestros consumados, y los están utilizando con inusitada frecuencia e impunidad.
Activistas, opositores y periodistas
Algunos ejemplos: A la periodista Anna Politkovskaya, severa crítica de los abusos cometidos en Chechenia, antes de ser asesinada en 2006 sobrevivió a varios intentos de envenenamiento. Ese mismo año el ex coronel de la KGB Alexander Litvinenko fue envenenado en Londres con el isótopo polonio 210. No hubo dudas de quién lo hizo: el servicio secreto ruso.
El periodista Vladimir Kara-Murza, opositor al Kremlin, sobrevivió a dos envenenamientos en 2015, y su salud quedó resquebrajada. Igual que la del artista Pyotr Verzilov, miembro del grupo Pussy Riot. En 2018 el ex doble agente ruso Sergei Skripal apareció moribundo en el banco de una plaza en Salisbury, Reino Unido, junto a su hija Yulia.
Recientemente, los médicos confirmaron que el abogado Alexei Navalny, popular opositor de Putin, fue envenenado. Se salvó de morir al trasladarlo urgentemente a Alemania. Navalny había dicho: Si no logran silenciarte con calumnias y amenazas, utilizan el veneno o las balas
.
Hace dos años, el periodista Chris Wallace preguntó a Putin por qué tantos de sus opositores acababan muertos. Respondió: Todos tenemos rivales políticos
; como ejemplo señaló el asesinato de Martin Luther King y John F. Kennedy.
¿Quién será la próxima víctima?