Espectáculos
Ver día anteriorDomingo 6 de septiembre de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Temen que la pandemia pueda dar el tiro de gracia al milenario teatro japonés noh
Foto
▲ En imagen de julio pasado, Kanta Nakamori y su hijo Kennosuke Nakamori se colocan máscaras durante un ensayo en el teatro Kamakura, dedicado al arte noh, en ciudad homónima de la prefectura de Kanagawa, en el sur de Tokio. Este arte está incluido en la lista de la Unesco de patrimonio cultural.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Domingo 6 de septiembre de 2020, p. 5

Kamakura, Japón. La potente voz de Kennosuke Nakamori resuena en la pequeña sala donde ensaya una obra noh, género tradicional del teatro japonés, pero la pandemia, que le ha impedido actuar en público desde hace meses, le preocupa.

Mientras otros movimientos artísticos tradicionales de Japón pueden apoyarse en el mecenazgo y en subvenciones públicas, el noh es muy dependiente de las ventas en taquilla, pero el coronavirus llevó al cierre de muchos teatros del país y este género teatral lo ha notado en particular. Algunos temen que el virus acabe dándole el tiro de gracia.

Muchos actores dejaron de actuar a causa del Covid-19, declara Nakamori en el teatro propiedad de su familia, en Kamakura, ciudad costera con un importante patrimonio histórico y cultural, cerca de Tokio.

¿Cuántos espectáculos podemos dar durante la pandemia, cómo vamos a ganarnos la vida? Esto es un gran problema, agrega el intérprete, de 33 años.

Aunque existan subvenciones públicas para el teatro noh, las medidas de distanciamiento físico hacen que los teatros sólo puedan llenar la mitad de su aforo. Aun así, las obras se siguen representando, en salas medio vacías, según Nakamori.

Cuanto más actúas, más dinero pierdes. Necesitaríamos subvenciones que compensaran el dinero que no ganamos cuando no podemos actuar, asegura.

Incluido desde 2008 en la lista de patrimonio cultural inmaterial de la humanidad de la Unesco, el noh combina teatro, danza y música en un estilo mucho más minimalista que el épico y colorido kabuki.

Los actores, casi exclusivamente hombres, llevan máscaras de madera y kimonos. Se desplazan por el escenario en tabi (calcetines japoneses que separan al dedo gordo del resto de los dedos del pie). Los textos, que se pronuncian con voz grave y parsimonia, pueden ser difíciles de comprender para el público moderno. Detrás del escenario, que suele estar hecho de madera de ciprés, se sitúan los músicos, que tocan el tambor y la flauta. El decorado es muy sobrio; a menudo se compone de una representación de un pino japonés como fondo.

Antes de la pandemia, el noh tampoco pasaba por su mejor momento. El público de sus obras estaba en declive y cada vez menos jóvenes quieren formarse para ser actores de este arte.

El kabuki cuenta con el apoyo de la Shochku, una gran productora de cine japonesa, que ha financiado los principales espectáculos de teatro en el último siglo. Otras artes tradicionales del país, como el teatro de marionetas bunraku, también están fuertemente subvencionadas por el Estado.

Genjiro Okura, que toca el kotsuzumi, un pequeño tambor que se utiliza en el noh, fue reconocido por el Estado como tesoro nacional vivo, por sus conocimientos excepcionales para tocar ese instrumento. Pero ese estatus no lo libra de padecer la crisis actual. Estamos sumidos en una situación difícil, explica el músico, de 62 años, que tuvo que interrumpir su actividad cuatro meses por el coronavirus.