ue 2020 será un año de brutal contracción económica en México y en todo el mundo es un hecho; sin embargo, el fatídico segundo trimestre (-18.7%) ha sido superado con el inicio de la recuperación a partir de junio, con lo que la caída de -10.1% en el PIB del primer semestre (Gráfico 1) marca el tope del desplome anual en 2020, con la expectativa firme de reducción en el tercero y cuarto trimestres.

El PIB agropecuario es el único con crecimiento (marginal) de 0.2% en el semestre (Gráfico 2). De sus actividades, la producción agrícola creció 0.2 y la ganadera 2.3% (Gráfico 5).

El PIB industrial registró un desplome de -14.1% en el semestre (Gráfico 3). La minería creció 0.1% (petróleo y gas 2.5); electricidad, agua y gas por ductos cayó -5.1%; la construcción -20.9; y la producción manufacturera -16.2 (con todas sus ramas en números rojos, salvo alimentos con 1.1%)

El PIB servicios se contrajo -8.5% (Gráfico 4). Muestran decrecimiento todas las actividades, excepto medios de comunicación y telecomunicaciones (2.1%) y actividades del gobierno (3.7).

Así vamos transitando en la primera crisis sanitaria del México contemporáneo. Todas las del último medio siglo han sido crisis financieras, inducidas por el capital corporativo interno y externo, un endeudamiento irracional, y solapadas en una permisividad financiera casi criminal de los gobiernos.

El Informe Presidencial 2020 da cuenta de este marco económico y su mensaje destaca con optimismo logros y expectativas en medio de la crisis. Muy bien el saneamiento de la vida pública y el combate al cáncer de la corrupción en todas las esferas; la sorprendente comunicación – abierta, diaria, honesta e ilimitada – del gobierno con la ciudadanía y los medios; el manejo de la pandemia entre polos contrapuestos de sanidad y economía con los recursos disponibles; muy bien, así mismo, los indiscutibles avances en materia social y salarial.

En el tema económico, eso sí, sentimos una falta de solidez programática y la persistencia de una inercialidad de mercado que es antitética con la 4T. Lamentamos que las propuestas que expusimos en el Reporte Posneoliberalismo. Una Nación, tres economías (La Jornada 27 abril y 04 mayo 2020) hayan caído en tierra yerma.

Hoy preocupa en particular el pesimismo fiscal con que Hacienda avizora a 2021 al no haber ya guardaditos. No se necesitan. Lo procedente es avanzar en serio en el abatimiento de la evasión y la elusión fiscal por parte de corporativos y grandes capitales; contener o gravar la fuga de recursos (y divisas) que con esfuerzo genera la Nación y aportan los migrantes; e inclusive aplicar – ante la crisis – un tributo especial al patrimonio personal superior a los 50 millones de pesos, progresivo, como el presentado en Argentina por la coalición gobernante al Congreso, a fin de crear un Fondo Solidario de Emergencia para la salud y la inversión de alto impacto ocupacional.

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