Distribuir la riqueza
arecería que la distribución de la riqueza es lo más fácil del mundo. Se piensa que el gobierno federal toma la decisión y casi en automático la población recibe los recursos. Por desgracia, no es así. Es más eficiente la entrega de refrescos y comida chatarra en los lugares marginados que la de dinero en efectivo.
Desde que terminó la Revolución Mexicana se han hecho miles de intentos para mitigar la marginación a través de la distribución de recursos por medio de subsidios en especie o con dinero en efectivo. Se han desarrollado bancos gubernamentales para tal fin, se han incorporado gobiernos estatales y municipales para que vigilen el proceso, han participado bancos privados, ejidos, cooperativas y otras organizaciones sociales e incluso religiosas y se han formado brigadas para llevar los recursos a las comunidades más necesitadas, pero hasta el momento todos los esfuerzos han sido insuficientes.
El apoyo gubernamental no llega a los más pobres y se queda en el camino por falta de infraestructura, por la corrupción y por la gran inseguridad social. Existen bandas especializadas en el robo de subsidios y en otras actividades ilegales, como el narcotráfico, en las que están coludidos servidores públicos con el crimen organizado. Las bandas conocen las rutas del dinero y semana tras semana se roban millones de pesos a través de Internet y de los transportes que llevan el dinero.
Sin embargo, no todo es fracaso. Hay dos esquemas que ganan fuerza en diversos países pobres como India, Pakistán y México. El primero es el esquema de las remesas. Aunque resulta caro mandar recursos de los trabajadores migrantes a sus familias, el dinero llega regularmente hasta los lugares más alejados. El otro esquema es el de la bancarización a través de tarjetas de débito, en el que de acuerdo con los censos de población y con el apoyo de identificaciones seguras se retiran los recursos en bancos y comercios al menudeo que están conectados a la red. Por ello es tan importante el desarrollo de la infraestructura de telecomunicaciones.
El gobierno no puede crear una red bancaria con sucursales o cajeros automáticos para este fin porque es muy caro y poco eficiente. Es más adecuado utilizar las redes existentes para que los recursos lleguen a los más pobres.