no. ¿En qué momento el poder político empezó a distorsionar la verdad, optando por la mediáticamente llamada posverdad
? Sabemos, en cambio, que la verdad del poder fue pensada en 1513, año en que Nicolás Maquiavelo (Florencia, 1469-1527) escribió El príncipe.
Hombre probo y austero, erudito, filósofo, diplomático, la posteridad fue injusta con el gran florentino del Renacimiento. Por ejemplo, decir que una política es maquiavélica
, induce a identificarla con lo diabólico
del poder (maquiavelismo). O con la terrible frase el fin justifica los medios
, que Maquiavelo nunca escribió.
El príncipe fue publicado postmortem (1531). Pues de haber circulado en vida del autor, la República Libre de Florencia
lo habría condenado a la hoguera, apoyándose en un pasaje de su estudio sobre el historiador romano Tito Livio: Que la patria se debe defender siempre con ignominia o con gloria, y de cualquier manera estará defendida
.
Ahora bien. Todo lo descrito por Maquiavelo en El príncipe se sabía. Sin embargo, su reflexión descarnada en torno al ejercicio del poder fue la primera en mostrar, con ejemplos concretos, la hipocresía, cinismo, mentiras y crueldades del poder. Prácticas que ayer, hoy y siempre un gobernante deplora, al tiempo de relativizarlas con un eufemismo vergonzante: razón de Estado
.
2. El periodismo de masas surgió a finales del siglo XIX, siendo funcional al frenesí del progreso capitalista y a una visión de la tecnología dominada por el modelo del motor, de la energía mecánica ( La tecnología de la información, Gianni Vattimo). Con el poder total en sus manos, la tecnología de aquella burguesía, podía darse el lujo de originar una sociedad subordinada a un poder central que envía sus órdenes, bien sean impulsos mecánicos, lemas de propaganda política o publicidad comercial, a una periferia puramente pasiva, como las ruedecillas de un engranaje
(Vattimo).
De nuestro lado, añadimos: dando cuerda, paradójicamente, a la noción esencialista de verdad (verdad sin contexto). La libertad de prensa quedaba garantizada. Mejor aún: elevada a cuarto poder del Estado
.
Por consiguiente, de vez en cuando aparecían periodistas audaces y medios empecinados en desnudar el discurso del poder, consagrando el triunfo de equis verdad. Pero lo cierto es que ningún medio de masas fue, jamás, independiente.
3. Retomo la interrogante planteada al empezar. Siento que la posverdad
, entendida como valemadrismo algorítmico del contexto histórico y social (o sea, la puta realidad), tramitó su acta de nacimiento durante el atentado a las Torres Gemelas (Nueva York, 11/9/01). Así, el año entrante se cumplen 20 años del fatídico y fantástico hecho, que tuvo lugar en el único lugar del mundo donde siempre pasa lo que vale la pena contar. King Kong lo sabía. Pero en este caso, el propósito apuntaba a que la realidad nos encontrara 20 años después, gritando “ amazing!” frente al televisor (con o sin vacuna).
Claro… con 20 años más de juventud acumulada. Años en los que fue puesta contra las cuerdas la relación sujeto-objeto, emisor-receptor, futuro-pasado, junto con la imagen rota de la unidad del mundo, y el vertiginoso debilitamiento del principio de verdad, mentira y realidad.
4. El 21 de mayo de 2003, el finado senador Robert C. Byrd (1917-2010), demócrata y decano del Congreso, pronunció un discurso frente al pleno del Senado. Byrd dijo: La verdad siempre encuentra con el tiempo la forma de escabullirse entre las grietas. El peligro, sin embargo, es que en algún momento ya no importe. El peligro es que se infiera el daño antes que la verdad se comprenda por completo
.
Tres años después nació Wikileaks, organización impulsada por activistas de derechos humanos, periodistas y otras personas que promueven la filtración de información para luchar contra la corrupción gubernamental y corporativa
.
Al año siguiente (abril 2007), Wikileaks pegó un gol de media cancha, publicando un video clasificado de un ataque aéreo en Bagdad, que muestra a un helicóptero de Estados Unidos que mata a 12 civiles, incluyendo dos periodistas de Reuters. Lo sabido desde la explosión del acorazado Maine en el puerto de La Habana (1898). Pero así como en El príncipe, Wikileaks no opina. Muestra.
En diciembre de 2010, el todavía ignoto Julian Assange (miembro fundador de Wikileaks), publicó un texto fijando su posición (La verdad siempre vencerá
, La Jornada, 8/12/10).
Assange empieza devolviéndole a un joven Rupert Murdoch (uno de los grandes canallas del periodismo contemporáneo) sus propias palabras, escritas en 1958: En la carrera entre el secreto y la verdad, parece inevitable que la verdad siempre vencerá
. ¿De veras? Maquiavelo sería menos optimista.