Pedir ayuda… y ayudar
ientras el conservadurismo −escoja partido y credo− continúa burocratizando el derecho a elegir la muerte digna, cada vez más mexicanos, prescindiendo de autoridades médico-religiosas, trámites engorrosos y permisos diversos, hacen uso de su libertad por encima de supuestas voluntades divinas, y deciden cuándo y cómo prolongar una agonía penosa, costosa e inútil, anteponiendo un elemental sentido común. Hay que repetirlo: si un paciente terminal rechaza someterse a crueles y prolongados tratamientos, respetar su deseo, aunque le vaya la vida, es obligación ética.
“El cielo está de fiesta −escribe un lector−, pues ahí llegó ayer mi queridísima hermana Olga Justina, de belleza mexicana inigualable, madre y abuela ejemplar, valiente, líder, alegre, amorosa, querida y luchadora hasta el final. Damos a todos las más cumplidas gracias por sus muestras de apoyo. Estoy seguro de que cuantos la conocieron la llevarán siempre en su recuerdo. Nos veremos, no sé cuándo pero nos veremos. Te amo con todo mi corazón, querida hermana.
“Su valerosa decisión −añade− fue un trago amargo que nos dejó un buen sabor. Ella se preparó pensando también en nosotros. Evitó más sufrimiento y nos lo evitó a sus seres queridos, por eso nos reunió para su partida y verse arropada por su familia. En todo momento reflejó paz y tranquilidad y eso mismo fue transmitido a nosotros, lo cual nos dio fuerza interna que sin duda hizo que respetáramos su albedrío.
“Con su ejemplar comportamiento nos despedimos sus allegados, sí con llanto, pero a la vez con lágrimas que llevaban una buena dosis de alegría. Francisco de Asís se volvió parte de nuestra familia, pues Olga escogió el 4 de octubre para su partida. La despedimos con canciones de su gusto, buen mezcal a su salud y hasta una conmovida porra. Gracias, hermana, por habernos dado tantas amorosas lecciones en tu vida y por esta gran lección final. Te amamos.
“Para este tipo de transición se requiere una persona especial que coordine y, en este caso, fue, de principio a fin, su hija mayor apoyada por su hermana. Se despidió con la presencia de sus familiares más cercanos, no un adiós con cada uno, pues ya casi no podía hablar, pero sus últimas, claras y convencidas palabras para todos fueron: ‘Siempre los voy a cuidar desde el cielo’.”