na tiranía silenciosa. Uno de los documentales más comentados en estos tiempos de pandemia es El dilema de las redes sociales ( Social dilemma, 2020), del realizador estadunidense Jeff Orlowski, presentado en el pasado festival de Sundance e incluido ahora en el catálogo de la plataforma Netflix. La propuesta es novedosa, perturbadora y, sobre todo, muy oportuna. A partir de testimonios de varios ex empleados, entre ejecutivos y diseñadores de gigantes tecnológicos como Facebook, Google o Instagram, se describen las principales estrategias y modelos de negocios utilizados en las redes sociales para inducir, predecir y manipular los comportamientos de millones de seres humanos. Una de las personas entrevistadas señala la ironía suprema de ver cómo en poco tiempo un grupo de 50 diseñadores en alta tecnología digital –una élite blanca y adinerada, cuya edad fluctúa entre los 20 y los 35 años– ha logrado tener un impacto desmesurado en la vida cotidiana de dos billones de personas en todo el mundo. Este mecanismo de control no es del todo nuevo, pues la lógica de lo que hoy se denomina un capitalismo de vigilancia ha estado presente en ficciones literarias como Un mundo feliz ( Brave New World, Aldous Huxley, 1932) o el clásico 1984, del británico George Orwell (1949). Lo notable es valorar hasta qué punto una inmensa mayoría de usuarios de las redes sociales acepta hoy, sin mayores cuestionamientos, esta tiranía soterrada y silenciosa.
Hablando de usuarios, conviene destacar una de las observaciones más provocadoras en el documental: “Existen sólo dos industrias en el mundo que a sus clientes los llaman usuarios, la de las drogas ilegales y la del software”. Algo más. Ese usuario vive continuamente con la ilusión de que lo que se le ofrece en la red es totalmente gratis. Y en apariencia lo es, aunque uno de los antiguos ejecutivos de una de las grandes firmas desliza insidiosamente: Si usted no paga por el producto, es porque es usted el producto
. Estas sentencias abrumadoras sólo son el preludio para una exploración más profunda de lo que realmente sucede en Silicon Valley. Lo que empezó como un simple modelo de comunicación y negocio –con evidentes intenciones de promoción de productos mercantiles– paulatinamente se volvió no sólo un mecanismo de manipulación de apetencias inducidas de consumo a través de la programación de algoritmos, sino también de estados de ánimo y preferencias políticas mediante la tergiversación facciosa de la realidad y la circulación incontenible de informaciones falsas en las redes. Al respecto, el híbrido de ficción y documental que propone Orlowski señala el papel que jugó la proliferación de posverdades y noticias falsas ( fake news) en el proceso electoral estadunidense de 2016, cuando se supuso que Rusia había intervenido las redes cuando, en opinión de uno de los entrevistados, sólo supo aprovechar los múltiples espacios de acción incontrolada que dichas redes mantienen siempre abiertos. Otro caso mencionado es la polarización social y la campaña de odio incitadas desde esos mismos ámbitos en contra de una comunidad musulmana en Birmania —un ejemplo de cómo la manipulación mediática puede orillar a un país a una guerra civil. Huelga precisar la forma en que dicha manipulación y dichos estragos sociales se presentan hoy en muchas otras naciones.
Sin embargo, el documental coloca el énfasis mayor en el carácter adictivo del uso de las redes sociales, señalando con gráficas alarmantes la tasa creciente de estados depresivos, ansiedades y suicidios en jóvenes y pre-adolescentes que recurren a ellas de modo compulsivo. Podría objetársele al trabajo de Orlowsky cierto tono catastrofista o una clara parcialidad en su punto de vista. Decir, por ejemplo, que el ser humano posee madurez o discernimiento suficientes para decidir lo que mejor le conviene en el dilema de vivir cerca o lejos de las redes. Lo cierto es que una de las consecuencias del apego obsesivo a la comunicación instantánea y a la tiranía de las notificaciones, ha sido la progresiva infantilización de muchos adultos que antes se creían intelectualmente maduros. El dilema de las redes sociales es un trabajo sobresaliente e indispensable para comprender los peligros desestabilizadores que en política pueden propiciar las redes sociales y, de modo más directo, la amenaza que cada día éstas le presentan a un ser humano que hasta hace poco tiempo se sentía muy seguro de la inviolabilidad de su libre albedrío.
Estreno disponible en la plataforma Netflix.