Penuria de preservativos aumentará embarazos no deseados // Por la pandemia, Malasia dejará de producir 200 millones de condones
ubo un momento en que estas notas que ahora transcribo me parecieron interesantes, intensas, conmovedoras y, por eso, publicables allí, en el espacio en que cada tragedia, por descomunal que sea, siempre preserva lugar para el humor negro, demoledor y contundente, y que es imprescindible para concientizar a las personas sobre una tragedia colectiva, mucho más allá de los lamentos, el llanto y el desgarre de vestiduras y plegarias a destiempo.
¿Recuerdan aquella publicación que hizo Monsi de los más crueles, inhumanos, enfermizos gracejos sobre los niños consumidos por las llamas en el infierno de San Juanico? No hubo reportajes, editoriales, noticias que estrujaran más la compasión y que conmovieran más a la gente que esos crueles gracejos que se transmitían –por vergüenza no reconocida– sotto voce, pero que, a escondidillas, se disfrutaban a carcajadas porque la dolencia terrible, pero distante, nos conmueve, pero no, generalmente, nos abruma.
Ojalá los datos siguientes nos permitan atisbar otro ángulo de lo que a todos nos está aconteciendo.
Goh Miah Kiat se llama el director ejecutivo de Kasex, la modestísima empresa que fabrica tan sólo uno de los cinco preservativos que se producen en el mundo. (Para los mayores de 60 años, preservativo = condón.)
Un terrible daño colateral de la pandemia es que los fabricantes de condones en Malasia, uno de los más importantes países productores de preservativos –además del caucho, materia prima esencial–, tendrá que reducir su elaboración en 200 millones de estos pequeños (bueno, no tanto para los saltillenses), impermeables imprescindibles para el pleno ejercicio de lo que se conoce como labores propias de varonía. El mundo se enfrenta sin duda a una penuria de preservativos, que son artículos sanitarios de primera necesidad
. Vale la pena aclarar que Kasex suministra a varias compañías y gobiernos (¿cuál será la cuota mensual del Estado Vaticano?), así como a programas humanitarios en diversos países.
La ONU ha puesto el grito en el cielo (perdón por la torpeza de la expresión), digamos mejor que ha hecho sonar la alarma: su agencia encargada de velar por la salud sexual afirmó que en estas condiciones sólo podría contar con 50 por ciento de sus requerimientos acostumbrados, lo que tendría graves consecuencias. Esta penuria de preservativos –dice el vocero de la ONU– “podría generar un aumento de embarazos no deseados con repercusiones desastrosas para la salud y el bienestar de adolescentes, mujeres, sus parejas y sus familias. (¿Y los sexagenarios en activo? Reclamo exigido por el llamado Club de Toby.)
Ante esta nueva amenaza, se me ocurre que las comunidades árabes y judías dedicadas aquí en México a la manufactura de artículos para vestir; las heroicas costureras de San Antonio Abad; nuestras comunidades indígenas, tan laboriosas y con capacidades artísticas reconocidas y plagiadas por doña Carolina Herrera y demás árbitros de la moda mundial, podrían llenar ese lamentable vacío que dejan los empresarios malasios. De no ser esto posible, no queda de otra que retomar al económico sistema del self service que, además de ofrecer economía y mayor seguridad, está siempre a la mano. ¿Por cierto, cómo se dirá condón en malasio?
Gracias a los trabajos de los compañeros Ángeles Cruz Martínez, Fabiola Martínez, Carolina Gómez Mena, Ariadna Lobo, queda evidente que lo expresado por los organismos y voceros de la ONU tiene sustento y comprobación en nuestro propio país. Veamos en primer lugar lo que nos cuenta Fabiola sobre algunas proyecciones presentadas por el Conapo en torno a NIA en razón de la pandemia que nos abruma. Pero antes una aclaración indispensable: en esta época en que los acrónimos han venido sustituyendo a las palabras, la concreción suele abatir la comprensión y el entendimiento, por Conapo debe entenderse Consejo Nacional de Población. Por NIA, Necesidades Insatisfechas de Anticoncepción. Sólo así podremos entender la magnitud de la información de Fabiola: consecuencia de la pandemia, en el bienio se prevén unos 35 mil embarazos no planeados, nada más entre adolescentes, lo que significa un millón y cuarto de mujeres con necesidades insatisfechas de anticoncepción. Dice Fabiola: si las mujeres de 15 y 19 años dejan de acudir a los servicios de salud sexual y reproductiva –por razones justificadas, digo yo–, aumentarían las NIA 30 por ciento. Esto implicaría que entre 2020 y 2021 existan 222 mil 194 adolescentes adicionales con NIA. ¿Lo recuerdan?: Necesidades Insatisfechas de Anticoncepción.
Guardamos para la próxima entrega los calambres que provocan las notas de Ángeles Cruz sobre el número aterrador de embarazos que alcahueteó la pandemia. Por hoy, un atrevimiento, al que nadie está legal, moral, intelectual, humanamente calificado a rebatir, pero que es, pienso, un electrochoque para todo ser consciente: ¿Y si cuando ya no pudiéramos despertar, el coronavirus todavía estuviera aquí?
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