Domingo 25 de octubre de 2020, p. 6
Si las conmemoraciones por el Descubrimiento de América –entonces llamado eufemísticamente Encuentro de Dos Mundos
–, en 1992, incluyeron lo mismo festejos que reivindicaciones, pero también una suerte de festejo cultural institucional, similar relevancia tomará el cumplimiento del medio mileno de la caída de México-Tenochtitlan –Temixtitan o Temistitan para el propio Cortés, según el historiador Felipe Echenique–, alrededor del 13 de agosto de 2021, de lo que el propio Hernán Cortés bautizó como la Conquista.
La diferencia será que, 19 años después, además de actividades artísticas y encuentros académicos, nos encontramos con una copiosa producción audiovisual que busca recrear y estudiar los episodios de este acontecimiento con filmes y series que mostrarán la magnificencia de la ciudad en el lago, de la civilización originaria con sus lenguas, vestimentas y cosmogonías, el arribo de las tropas del reino de Carlos V, de super producciones que alegan fidelidad en su reconstrucción.
A contracorriente, como suele ser su trabajo, el realizador Rodrigo Reyes nos plantea un muy particular encuentro de dos mundos entre un conquistador náufrago (el actor español Eduardo San Juan Breña), misteriosamente aparecido en la segunda década del siglo XXI, en las playas de lo que fundaran como la Villa Rica de la Vera Cruz, para tener un poderoso encontronazo con el México actual, con su dosis de violencia, impunidad y exclusión, en un duro periplo que le hará conversar con los individuos que encaran y resisten dicha realidad.
La película plantea que, de repente, en las playas de nuestro México actual, aparece un conquistador. No sabemos por qué ni se explica la mecánica ni la magia de su viaje, pero regresa para recorrer el camino hasta la Ciudad de México, que él conoció como Tenochtitlan, y va escuchando los testimonios de diferentes víctimas que sobreviven y resisten la violencia, en un anti-viaje heroico: ya no viene a conquistar sino que ahora va bajando hasta las fracturas más profundas del país
, explicó el realizador.
La docuficción resultante, titulada 499 (México, 2020), tuvo su estreno mundial –virtual, por la pandemia– en el 19 Festival de Tribeca, en Nueva York, donde obtuvo el premio a la Mejor Fotografía Documental para Alejandro Jano Mejía y luego en el 27 HotDocs de Toronto, en que ganó Premio Especial del Jurado. El 31 de octubre tendrá su estreno nacional en el 18 Festival de Morelia, donde compite en la sección de Documental Mexicano y a finales de diciembre, su premiere europea en la Sección Luminous del 33 IDFA de Ámsterdam.
A pesar de tener todo en contra, la película se ha disparado y ha tocado una vena en Estados Unidos y Canadá, creo que algo hay en esta historia de nosotros los mexicanos, de nuestro pasado tan impactante, tan épico, tan poético, que ha hecho eco en todas estas sedes, aunque no hemos podido presentar la película en persona, todo ha sido en línea. Ha sido muy afortunado ganar dos premios pues muchas otras obras, compañeras de festivales, se han quedado sin de atención, con un silencio a medias jamás nos habíamos imaginado los festivales en línea
, reflexiona el documentalista.
Dividida en seis secciones más un epílogo –La costa, Veracruz, Sierra Madre, El altiplano, Paso de Cortés, Tenochtitlan y El Dorado–, la película recorre el puerto de Veracruz, Orizaba, Cardel, Chachalacas, Atzompa, San Martín Texmelucan, Tlaxcala, la Ciudad de México y hasta Brooklyn, Nueva York, y aborda testimonios documentales del hijo de Moisés Sánchez, reportero asesinado; buscadoras de desaparecidos del Colectivo Solecito; autodefensas comunitarias hablantes del náhuatl; danzantes totonacas y chinelos; migrantes centroamericanos en el albergue La Sagrada Familia y el tren La Bestia; un soldado deflector especializado en armas y explosivos; la madre de la niña Fátima, víctima de feminicidio; los cerros de un basurero, entre pepenadores; a un peregrino guadalupano, en un fúnebre tono documental.
En esta repetición de la historia, en este palimpsesto de rescribir y de rescatar el texto histórico anterior, lo más importante que hace la película es combinar el punto de vista de un individuo del siglo XVI con el México contemporáneo, en términos de la violencia. Logra combinar dos venas de realidades muy diferentes, porque el señor va recordando sus hazañas mientras escucha los testimonios de gente que ha visto a su padre ser asesinado, que buscan a su hijo desaparecido, que son comunidades indígenas en resistencia o víctimas de feminicidios, se mete al lado oscuro
, plantea Rodrigo, intérprete en tribunales penales en California.
La película se estrenará en 2021 con Piano Distribución y, junto con los productores de la película, Inti Cordera, de La Maroma Producciones, Su Kim y Andrew Houchens, planean un circuito de funciones gratuitas a lo largo de la Ruta de Cortés, junto con los participantes, para suscitar conversaciones, pues queremos incidir en esa gran conversación que se dará. Queremos hacer equipo entre todos para que la película encuentre su camino y sea parte de esta experiencia de 2021 como año de reflexión sobre la Conquista de México
.
Si nos damos cuenta, la historia de México ha servido, desde el poder, para una construcción histórica muy fuerte, muy propagandística, muy deliberada, con una intención muy clara, y nosotros, como público, tenemos el deber de contestar y generar nuestra propia interpretación, pero a partir de lo que necesitamos ahorita. Creo que éste es el momento de liberarnos de esta historia y practicarle un exorcismo, dejar que estos fantasmas sigan su vida y que nosotros nos plantemos otros proyectos. Eso es lo interesante de la historia, que no es una condena, es sólo un aviso
, concluyó.